Mis mejores lecturas del 2021

El segundo año de la pandemia no fue necesariamente el más fructífero para mí en cuanto a descubrir nuevos libros; de hecho, fue en los que menos he leído. Sin embargo, la cantidad superó a treinta más algunos tomos de mangas, los que no incluyo por considerarlos como una expresión artística distinta —y porque solo fueron dos series—; por si tienen curiosidad, son Deadman Wonderland y El marido de mi hermano, ambos, en general, buenos y muy distintos entre sí. 

Y pese a los números, no puedo quejarme de estos doce meses debido a que las experiencias positivas fueron superiores a las negativas. Me topé con libros regulares y pésimos, pero también con joyas, joyas que quiero compartir con ustedes como mis diez mejores lecturas del 2021. La mayoría pertenece a los géneros no realistas y unos cuantos no. 

Así que del «menos mejor» a la máxima joya de la lista se encuentran: 

10. Estación Delirio (Teresa Ruiz Rosas): durante el año crítico o 2020, esta novela obtuvo el Premio Nacional de Literatura por parte del Mincul peruano. Fue tal la razón por la que decidí comprármela y leerla allá por enero. Sin embargo, otro motivo fue su trama y temática, la cual consiste en un grupo de mujeres dadas de alta de un centro psiquiátrico y enviadas a diversas partes de Alemania por la secretaria, Anne Kahl, en trenes separados. Es evidente su abordaje de la salud mental, tópico delicado del que no había leído mucho. Eso más las posibilidades de su premisa me convencieron de adentrarme en los devenires de la protagonista, del cómo ellas llegaron a ese momento tras salir de la clínica y la relación entre historia y otra ubicada en un tiempo posterior, pues se alternan dos épocas. El resultado es una obra con altibajos, una novela interesante más no magnífica, un tanto desaprovechada, con capítulos que se sienten de relleno y otros que, aunque lo son, expresan mucho humor o datos de interés para complementarla. La prosa me parece uno de los aspectos más trabajados gracias a su fluidez y la manera de evitar el patetismo o la concatenación forzosa de ritmo y frases. Recalco, la historia no es para nada mala, pero la escritura le otorga su verdadero peso estético. 

9. Sangama (Arturo D. Hernández): me era difícil decidirme entre Selva trágica y esta novela, pero me decanté por la presente gracias a una trama con mayor focalización en su desarrollo; aún así, recomiendo leer el otro libro. Sangama es el protagonista de la historia, un extranjero que habita la selva peruana tras ciertas circunstancias explicadas en la novela cuya bondad y sapiencia lo motivan a ayudar a los desvalidos o extraviados en la espesura de los bosques, un héroe de inspiración cada vez más trágica envuelto en su viaje con Abel Barcas, un joven con deseo de prosperar económicamente mediante el comercio del caucho que parte en búsqueda de shiringales o tierras ricas en esa materia prima. Es cierto que su estructura narrativa es desigual y contiene tres subtramas secuenciales y continuas con los mismos personajes, pero la falta de cohesión es compensada con las espectaculares descripciones del autor. De verdad, es de las obras con mejor ambientación que pude leer hasta ahora. 

8. La ciudad de los nictálopes (Tanya Tynjälä): al fin leí uno de los libros peruanos de ciencia ficción mejores criticados, una distopía con toques de fantasía. Wriixka vive en una ciudad viviente bajo una cúpula capaz de satisfacer todas sus necesidades básicas hasta que un día despierta con dos pequeñas alas en su espalda. Al estar prohibido los seres alados, tendrá que ocultárselos a todos, incluyendo a sus padres, so pena de ser expulsada o algo peor. La escritura no destaca en contraste con la fluidez de Estación Delirio y el barroquismo descriptivo de Sangama, pero tampoco tropieza ni decae. Aparte, su trama es más consistente que de las dos anteriores novelas, con un inicio, nudo y desenlace definidos y algunos pasajes extras que exploran la crítica social acerca de la pérdida de las emociones o la frialdad en las sociedades de consumo. Ah, y ya tiene reseña en el blog. 

7. El regalo de las estrellas (Daniel Salvo): otro de los autores más conocidos de la ciencia ficción nacional, sobre todo por su anterior libro El primer peruano en el espacio. El rasgo por el que se le suele destacar es su adaptación de tramas del género a un contexto local, aspecto notorio en aquella obra y también en la presente, la cual contiene 12 relatos. Salvo por uno, el resto son muy buenas piezas de terror, lo fantástico y de la sci fi capaces de darles giros de tuerca a tópicos como el encuentro entre humanos y extraterrestres, los robots, los viajes espaciales y los superhéroes. Sin duda, esta segunda entrega resulta aún mejor que EPPE, mas mantiene la maleabilidad con la que cambia de registro en cada cuento, ya sea por género o voces de personajes y sus coloquialismos. También fue reseñado en el blog. 

6. Mañana nunca llega (Tadeo Palacios): al autor lo conozco desde hace algunos años por sus reseñas críticas de libros y del contexto peruano, por lo que cuando vi publicado su primer libro no dudé en conseguirlo. E independientemente de lo anterior, me parece un muy buen libro de cuentos. Con un total de 13 historias (12 relatos y una novela polifónica corta), aborda temáticas que giran en torno a problemáticas sociales, pero también íntimas, donde víctimas, victimarios y sujetos solitarios padecen la pérdida de algo generalmente simbólico, acaso su propia empatía, acaso su sentido de la vida (a veces me recordaba a Ribeyro). Se le puede achacar la falta de complejidad en algunas tramas en contraste con algunos de los más logrados —«Las últimas flores mueren con la tarde» me parece el mejor—, empero no el estilo escritural capaz de alcanzar cadencia y retórica sin utilizar patetismos innecesarios y con la versatilidad suficiente para darle voz en un momento a una mujer víctima de abuso físico por su pareja o en otro a un tipo que asesinará a su enamorada. Claro, y su principal atractivo es el tratamiento del 14N o la noche durante las marchas contra Manuel Merino cuando Inti y Brayan fueron asesinados, una muestra del cómo la literatura aborda eventos recientes. Por cierto, «Un par de cuencas vacías» es el ejemplo fantástico del conjunto, terrorífico pero no excelente. 

5. Mosko-Strom (Rosa Arciniega): de toda la lista, es de la que me alegro más de ver publicada. Vamos al grano: Arciniega era una escritora peruana poco conocida en su país. Felizmente, se están revalorando libros y autores olvidados, desconocidos o silenciados que por lo menos tienen un valor histórico, pero este posee, asimismo, el mérito estético. Es cierto que las distopías hoy en día son el pan diario, pero en los años 30 cuando se publicó todavía se estaba consolidando en la literatura —por aquel entonces se publicó Un mundo feliz y Barranquilla 2132—. Ubicada entre el modernismo y el futurismo, la novela nos narra la historia de Max Walker, un ingeniero abocado al progreso de su trabajo en la ciudad ultraurbana de Cosmópolis. El protagonista es trabajado por Rosa de gran manera gracias a ese contraste entre la aparente vida ideal en el que cree vivir y la bucólica y humanista perspectiva del profesor Stanley Sampson, contraste que poco a poco impacta en la psicología de Max con sucesos que superan el simple mensaje panfletario para llegar a la crítica social, sí, pero con el sustento del desarrollo de su propia trama. Además, la prosa se encuentra cuidada y consigue momentos bellos de melancolía en concordancia con el tema principal, el de la pérdida del ser humano de su propia humanidad en nombre del progreso tecnológico y capitalista.    

4. Hex (Thomas Olde Heuvelt): durante varios meses dudé en leerlo a pesar de llamarme la atención su sinopsis; algunas reseñas la alababan, otras, la denostaban. Entonces decidí explorarlo por mi cuenta, y la sorpresa fue más que grata. En el pueblo de Black Spring existe una bruja con la boca y ojos cosidos conocidos por todos sus habitantes, quien deambula de manera aleatoria. Se prohíbe tajantemente fastidiarla y, peor aún, quitarle los hilos a riesgo de sobrevenir una terrible maldición a todos en la zona. Puede parecer una de esas historias góticas clásicas, pero se ambienta en el siglo XXI, aspecto que se percibe en el uso de la tecnología para controlar a esos ciudadanos, a la vez de para intentar contravenir las normas y revelar al mundo la situación. La novela inicia como una historia inquietante y finaliza… Baste decir que el terror crece cada vez más y solo se halla contenido durante los primeros capítulos para presentar a los personajes principales y la vida neurótica del pueblo, que en cualquier momento puede caer en el caos no solo por la presencia de la bruja, sino del fanatismo religioso de algunos o del miedo y la psicosis colectiva de muchos otros (es increíble el impacto emocional conseguido en ciertos momentos de clímax). Lo coloco entre los mejores libros de horror que he leído, ya reseñado aquí.

3. El pescador (John Langan): esta otra obra de terror consigue todo lo bueno de la anterior, y le agrega un mayor trabajo en la estructura narrativa. Fue ganador del Premio Bram Stoker en 2016 a mejor novela, el galardón más conocido en este tipo de literatura, y los méritos se aprecian durante la mayor parte de la historia. Abraham y Dan han perdido a sus familias, los dos a sus esposas y el segundo a sus hijos, también, por lo que buscan refugio y consuelo en la pesca. Un día, Dan propone viajar hacia el arroyo del Holandés, mas en el camino, cuando se detienen a comer, el dueño de la cafetería les narra los rumores acerca de aquel lugar y su pasado trágico y tenebroso. Langan consigue aquí mantener el terror dosificado en los momentos necesarios gracias a una historia muy bien desarrollada mediante la estrategia de las muñecas matrioshka o del relato dentro de otro relato, casi como si se pretendiera conseguir el concepto de novela total dentro de este subgénero. Otro gran acierto es el tratamiento creativo del horror cósmico sin depender del panteón lovecraftiano, pues el escritor utiliza la cosmovisión cristiana para darle una perspectiva nueva y terrible, aspecto aún más destacable si se considera que la obsesión por recuperar al ser amado fallecido es otro de los temas importantes aquí. En suma, en la reseña me explayo más sobre este gran libro. 

2. Llámame por tu nombre (André Aciman): con temor de sonar autoritario, si deseas leer o escribir un buen romance, léelo. La novela se volvió famosa gracias a su adaptación cinematográfica, muy buena, por cierto, pero que por obvias razones omite detalles del libro. Aquí lo tienes. La historia debe ser conocida por muchos, pero ahí vamos. Durante las vacaciones de verano, la familia de Elio recibe a estudiantes o jóvenes creadores con la condición de que ayuden al padre en sus labores culturales. Es entonces que llega el nobel escritor Oliver, de quien Elio se enamora y por el que explora su sexualidad en aquellas semanas repletas de indirectas, gestos a veces no tan velados y reflexiones sobre esos amoríos que pueden impactar para toda la vida. No tiene prisas para avanzar con la trama; Aciman, como si fueran pinceladas, avanza de a pocos la relación amical y conflictiva entre ambos personajes no solo con hechos, sino mediante pensamientos. Porque esa es, para mí, su gran fortaleza: la exploración del mundo emocional, que equivale a una historia paralela, aunque correlativa, a la material. Bella novela; bella historia, bella prosa. 

1. Dune (Frank Herbert): si alguien duda de que en la ciencia ficción hay obras maestras, menciónale esta novela. Es cierto que gracias a las películas de Lynch y Villeneuve cobró más protagonismo, pero por derecho propio esta primera entrega de una saga relativamente extensa de space opera basta para demostrar la capacidad del género para contar grandes historias a la altura de otros clásicos. Ambientado en un futuro lejano, cuando la humanidad ha colonizado otros planetas, la casa noble Atreides es enviada al planeta desértico Arrakis para administrarla, gobernarla, a pesar de que el líder presume de trampas para él y los suyos y la posibilidad de estar atrapados en una trampa política. La lucha entre poderes es abordada de manera tan natural que por momentos pareciera la crónica de un suceso posible, más que de una prospección inverosímil, donde el interés del autor por tratar temas universales no estorba la construcción de sus mundos, los cuales gozan de su propia flora y fauna y dinámica medioambiental. El resultado es una obra ecológica cuya perspectiva se aleja de mensajes fáciles y hechos para explorar la complejidad de la ecología, la necesidad de conservar el planeta sin ignorar su dinámica específica y la relación entre las especies, relación motivada por el interés innato de la supervivencia. Y solo es una parte de sus aciertos: personajes bien planteados, una construcción inteligente del camino del héroe, diálogos ricos en capas semánticas, frases para nada clichés… En su respectiva reseña analizo los principales elementos en trama, personajes y estilo narrativo sin dar mayores spoilers, por lo que invito a leerla si están interesados. Estas líneas son insuficientes para demostrar la complejidad de la novela ecofuturista.

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