Mis mejores lecturas del 2022

El tercer año después del covid fue de los más desérticos en cuanto a mi cantidad de lecturas. Ocupaciones, trabajo y un poco de bloqueo lector me hizo virar los ojos hacia el manganime y el cómic para variar mi consumo de historias y retomar con mayor ánimo mis pendientes en la estantería. Sin embargo, casi todo lo que leí fue de una calidad mínimamente decente hasta la cima del nivel de un clásico. Además, mezclé tanto algunos clásicos de la ciencia ficción y lo fantástico como novedades editoriales peruanas, un viaje muy variado dentro de mis limitaciones (sin contar mis relecturas, que no fueron pocas). Y he aquí mi top de las diez mejores del 2022. El orden es descendente, del «menos mejor» al mejor de todos. Intenté ser lo más objetivo posible aún en la poca similitud de temáticas y años de publicación, sin depender del impacto cultural de cada libro; es decir, solo consideré el contenido en sí mismo para equiparar antigüedades con novedades. ¿Leíste alguno? 

10. El hotel encantado (Wilkie Collins): este es de esos libros fantásticos del siglo XIX que pasan un tanto desapercibidos, pero que existen como joyas ocultas. La historia es una mezcla entre las novelas de misterio y las de fantasmas con enfoque en el primero. La desaparición del guía de un hombre de clase alta, envuelto también en un drama amoroso y de apariencias sociales, traerá consigo la revelación de algunos secretos siniestros detrás de la aparente tranquilidad en un entorno urbano, más precisamente, de la inauguración de un nuevo hotel. El conflicto principal demora un poco en eclosionar y el elemento fantástico introducido hacia el clímax se asemeja a un deus ex machina, motivos por el que se halla en este puesto. No obstante, vale la pena leerlo. Tiene una reseña completa en el blog.

9. Las aventuras de Pinocho (Carlo Collodi): cualquier mito sobre el niño de madera se puede desmentir con esta novela, la fuente original. La película de Disney de 1940 sí es perturbadora para ser infantil y contiene parte de la esencia del libro, por lo que tampoco es cierta su supuesta crudeza extrema. Aún así, la obra de Collodi contiene pasajes y escenas crudas propias de la visión que se tenía en el siglo XIX sobre el castigo físico a los niños y la utilidad del miedo en los relatos infantiles como un método de advertencia y enseñanza. Este Pinocho es el muñeco creado por Geppetto con la madera parlante regalada por el carpintero Cereza y que vive una serie de desventuras por su desobediencia a la gente adulta. ¿Ejemplos? Es colgado de un árbol, utilizado como perro guardián, sazonado para una olla, entre otras desgracias; inclusive mata al Grillo. Como texto dirigido a niños, la sutileza brilla por su ausencia y predomina el mensaje directo y la constante acción, pues cada capítulo es una vivencia nueva para el protagonista, mas la construcción de una parte pobre de la sociedad italiana le otorga la suficiente fuerza e impacto como para ser infantil.

8. Ciudad Hélix (Anton Samplonius): mi sorpresa del año. En mi meta de leer más novelas peruanas de ciencia ficción, lo conseguí en una feria de libro como una de las novedades editoriales. Trata de una Tierra transformada por la glaciación donde la humanidad fue arrasada casi en su totalidad, salvo por pocas comunidades. Entre ellas se encuentra el Nuevo Perú, conformado por los peruanos supervivientes que habitan una gran ciudad subterránea sin mayor conocimiento sobre los humanos anteriores a la catástrofe. Su principal defecto es la relativa predictibilidad del desarrollo de la historia. En contraparte, tiene personajes redondos y una construcción de mundo bien planteada, de modo que es posible visualizar este planeta postapocalíptico gracias a las descripciones de los lugares, su clima, y de la idiosincrasia de esta sociedad. 

7. La penúltima verdad (Philip K. Dick): el bunker ya es un tópico en las ficciones apocalípticas, y de él se valió el autor de El hombre en el castillo para hacer su propia versión del fin del mundo. En una futura Tercera Guerra Mundial las naciones se destrozaron entre sí y los supervivientes se vieron obligados a refugiarse bajo tierra ante los constantes avisos sobre la toxicidad de la superficie. Ahora bien, Dick le da el plus al abordar los medios de comunicación, específicamente las televisiones para cuando aún este invento se encontraba en sus inicios (se publicó en 1964). Con una narración un tanto sencilla, explora la manipulación de la realidad mediante las noticias y propaganda gracias a personajes enfrentados a sus visiones de mundos y comodidades. ¿Pueden vivir como siempre tras saber la verdad detrás de los anuncios televisivos en los búnkeres? Este libro consigue ofrecer una visión neutral sobre el final de la civilización, sin atmósferas catastrofistas, lo cual suma a su creatividad. Por cierto, es mi primer acercamiento a sus novelas y para ser una de las puertas menores no está nada mal. 

6. Esta realidad no existe (varios autores): lo conocí por Instagram. Un día vi la propaganda de su preventa y me animé a pagarlo porque, si mal no recuerdo, anunciaron a parte de los autores, entre los que se encuentran Carlos Vera, Claudia Salazar, Stuart Flores, etc. Y eso me llamó la atención en tanto conocía de primera leída a algunos y a otros por la recepción de su producción. ¿El resultado? Su puesto en esta lista. No solo este cuentario de ciencia ficción dio a conocer más sobre la producción peruana del género debido a la notoriedad de Estruendomudo, sino que reunió a creadores de lo prospectivo como a otros ajenos a él. De este experimento editorial surgieron relatos de diferente índole, desde la distopía hasta la locura futurista con estilos escriturales disparejos y, por lo mismo, divertidos de leer. Algunos son olvidables, mas la mayoría sí impactan por sus historias y algunos pocos por lo mismo y su experimentación con la narración. Tiene una reseña completa en el blog.

5. Un mundo para Julius (Bryce Echenique): una de mis grandes deudas literarias. Había leído muy poco de este escritor salvo algunos cuentos y posponía su novela más famosa… hasta que el anuncio de su película me motivó completamente a meterme de lleno. Y qué puedo decir sobre la trama de un libro tan conocido, salvo que no resultó lo que creí que sería. Ambientado en la Lima del siglo XX, nos presenta la sociedad capitalina de clase alta desde los ojos de este pequeño, sensibilizado con la gente pobre en contraste con otros de sus familiares. Sin embargo, no todo es Julius. Él es el centro de atención, pero la historia sigue cursos distintos para asemejarse a la novela total del Boom a modo de una obra sociopsicológica donde se ofrece un cuadro amplio de la idiosincrasia social representada a la par que explora la interioridad anímica y mental de su protagonista. Esta pretensión es su fortaleza y flaqueza, un arma de doble filo que lo eleva por sobre otros títulos en tanto posee el mérito del uso de diversas estrategias formales de narración, y que a su vez entorpece el ritmo de la trama. Así, mi relación es de amor-odio; me encanta la profundidad de sus personajes, pero rechazo su estructura narrativa y final, uno sin el clímax propio del desenlace de una novela. Como afirmaba, una novela total, pero casi incompleta.   

4. El carruaje fantasma y otras historias sobrenaturales (Amelia B. Edwards): el ejemplo perfecto de cómo tópicos reutilizados pueden abordarse de manera original. Junto con Collins, Edwards fue otro de mis descubrimientos de la literatura paranormal del siglo XIX, esta vez en cuentos. La principal diferencia radica en la estética de la escritora. Tan solo esa cadencia en la narración y las descripciones tan vívidas de carreteras desoladas, paisajes rurales y construcciones góticas consiguen un alto grado de plasticidad con el que el lector puede imaginar el escenario y las sensaciones en cada relato. Asimismo, cada uno de los siete aborda con registros distintos al fantasma, ya sea desde la narración policial, el western, el gótico rural y otros más. Algunos son más creativos que otros, pero el producto final es el de una compilación satisfactoria de espectros clásicos. Tiene una reseña completa en el blog.

3. Cuentos peruanos de la pandemia (varios autores): si alguien me dijera que iba a ver reunidos en un solo libro a Daniel Salvo, Fernando Ampuero, Cronwell Jara y Tanya Tynjälä hubiera esbozado una sonrisa incrédula. Pero henos aquí. Ellos y muchos otros escritores más, casi todos disímiles entre sí, fueron reunidos por Ricardo González Vigil en la presente compilación de cuentos sobre la pandemia del covid. Y el acierto del antologador se plasma aquí en las diferentes visiones sobre el tema que oscilan desde el realismo urbano hasta la ciencia ficción espacial. Algunos me gustaron más que otros, pero el hecho de que la calidad se mantenga en gran parte de los relatos —36 en total— ya es un mérito en sí mismo. Sin duda de los mejores cuentarios de múltiples manos que leí. 

2. Soy leyenda (Richard Matheson): si alguna vez hago un top de protagonistas de la literatura cienciaficcionera, Robert Neville tendrá un puesto asegurado. Sinceramente creo que no es sencillo que una historia tan conocida como la presente consiga tener la suficiente densidad emocional en su libro original como para impactar, aún si ya el lector conoce los hechos. Yo llegué así al libro, sin haber visto las películas, pero con la información de la trama en la mente, y todo eso no importó para disfrutar y sufrir con uno de los clásicos de las letras estadounidenses. La historia del superviviente solitario rodeado de vampiros no necesitó muchos vericuetos narrativos, solo de una rutina desasosegante para crear una suerte de epitafio en continua escritura sobre la soledad, la normalidad y el concepto del monstruo. En cuanto al final, no puedo decir más que es de los más devastadores por el clímax emocional que representa para Neville, e incluso para nuestra visión sobre los hematófagos. Tiene una reseña completa en el blog.  

1. La comunidad del anillo (J. R. R. Tolkien): mi principal barrera para adentrarme en la fantasía era transitar por esta obra, y al fin lo hice. Gran parte de este género a partir del siglo XX se halla influenciada por el universo tolkeniano y esta primera parte de su trilogía consigue demostrar por sí misma porque tiene su estatus de clásico. La lucha del bien contra el mal está representada desde la dinámica de las sociedades implicadas en el macroconflicto contra Sauron, el mayor enemigo. Por ello supera el maniqueísmo, porque se adentra en la noción del bien de manera tan sutil y paulatina que una vez se finaliza el libro se puede comprender la riqueza de una noción abordada de manera simplista en otras ficciones similares. Las diferentes razas y sus conflictos, además de los peligros del mundo desconocido y la puesta a prueba de la convicción de los personajes, construye una epopeya que cuestiona desde sus bases la necesidad del trabajo en grupo contra un enemigo en común. El viaje de Frodo y compañía ofrece la visión de Tolkien sobre dicha cuestión como creador, y no se vale de mensajes explícitos de buena moral que reducirían su mérito en la representación de los temas.

Quise considerar la narrativa gráfica, pero no leí tantas series como para crear un top aparte. En cambio, tienen puestos especiales dos de las historietas que leí y disfruté mucho en 2022: Deadman Wonderland y Undiscovered country

El primero es el manga de Jinsei Kataoka (guionista) y Kazuma Kondou (ilustrador) y se ambienta en un Japón posterior a un gran terremoto. Trata sobre la lucha de un adolescente por probar su inocencia en una cárcel, ya que fue acusado injustamente de haber asesinado a todos sus compañeros de clase. La trama da un giro importante cuando descubre que el verdadero responsable se oculta en el recinto, el cual alberga a deadmen o personas capaces de manipular la sangre. Ya completé los trece tomos y me quedó con el recuerdo de un buen final. 

El segundo es el cómic de Scott Snyder y Charles Soule (guionistas), y Giuseppe Camuncoli, Daniele Orlandini, Leonardo Marcello (ilustradores) y Matt Wilson (colorista). En este mundo Estados Unidos se encuentra cerrado e incomunicado con el mundo exterior hasta que una comisión es enviada para averiguar el origen del pedido de ayuda emitido por un desconocido. Y, como es de esperar, el país ya no es el mismo. Solo leí el primer tomo y ya me enganché con la serie. El ritmo es trepidante sin descuidar tampoco la construcción de mundo ni los conflictos de miembro del grupo protagonista.

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