Muertos escritos, zombis peruanos

“La falta de una tradición fantástica y cienciaficcionera en la literatura peruana” no es una simple afirmación. Existieron, estuvieron presentes algunos textos de tales géneros en una historia subterránea, en un medio latinoamericano con prioridades distintas como la representación de sus propios problemas mediante el realismo de diversa índole. ¿En dónde anidaron los vampiros, los extraterrestres y, en este caso, los muertos vivientes? Aquí, en Perú, no, hasta donde revelan las investigaciones académicas.

Pero tras el auge de internet la situación no es la misma. La literatura, sus escritores y los lectores en algún momento se cansaron de no producir ni recibir aquellas historias que en otros países sí nacían, y por grandes cantidades. El creciente boom de los libros de ficción no realistas han permitido que las criaturas de siempre se asomen en territorio nacional, casi como un grito de libertad. Es así que hoy por hoy podemos hablar de una literatura peruana contemporánea de zombis ―dejémoslo en literatura Z.

¿Entonces no resucitaron los muertos en la literatura anterior? Es debatible. No existe ―hasta donde sé― una investigación histórica que rastree la aparición del zombi en la ficción peruana durante el siglo XX, o inclusive antes. Sí es cierto que tenemos al menos tres textos que se relacionan con el tema, pero con sus particularidades:

- Le Zombi du Grand Pérou, de Pierre-Corneille de Blessebois: traducido como El zombi del Gran Perú, fue publicado en 1697. Yeah, en 1697, pero no se puede hablar aquí de literatura peruana porque el autor es francés. En realidad es una gran curiosidad histórica, pues la primera novela de zombis que se conozca tendría como referente indirecto al país. La novela nos narra la aventura de Blessebois en el Caribe, lugar en donde se hace pasar por un brujo con la capacidad de crear zombis (muertos reanimados utilizados como esclavos, y no como antropófagos). El autor utilizó “Perú” por el nombre de una plantación de caña de azúcar en el archipiélago Guadalupe, inspirada obviamente en la nación aludida.

- “Cuento del sepulturero”, de Lastenia Larriva: relato que forma parte de Cuentos, publicado en 1919 (el libro tiene una reseña en el blog). Durante una conversación sobre el final de la vida, uno de los participantes narra la historia del Ángel de la Muerte, quien en el cementerio oye los lamentos de los muertos y les concede una oportunidad de volver a la vida. Así, los fallecidos se levantan de sus tumbas rumbo a sus hogares para encontrar a las personas que en vida les apreciaban. ¿Zombis u otras criaturas? Técnicamente lo son. El problema yace en su concepción, pues la trama se inclina más hacia la tradición gótica de la resurrección que a la vertiente oral y popular que persistía durante las primeras décadas del siglo XX con un zombi proveniente de las leyendas africanas de la anulación de la voluntad y la extracción del alma al cuerpo. De todos modos no deja de ser un antecedente involuntario de la futura producción Z.

- Adiós, Ayacucho, de Julio Ortega: novela publicada en 1986. Sigue el recorrido de Alfonso Cánepa, dirigente campesino asesinado al ser acusado de terrorista, quien vuelve a la vida y emprende un viaje hacia Lima para buscar los restos de su cuerpo. Como en el caso anterior, aparece un muerto viviente no pensado necesariamente en la tradición zombi, sino aquí en el arquetipo del “desaparecido” durante la época del terrorismo peruano. Pero, nuevamente, antecede a los futuros renacidos bajo un modelo distinto. Ya tiene su reseña en el blog.

Habría que diferenciar entre un “zombi” y tan solo un “muerto viviente”. Se suele decir que nada es nuevo bajo el sol, que la literatura y otras artes se nutren o repiten lo hecho por otros artistas, antes. Y es cierto. Sin embargo, en determinadas épocas se utiliza un concepto de temas o personajes para formar toda una tradición de historias a partir de un arquetipo, en este caso el zombi. En otras palabras, pensamos que una novela o película “es de zombis” porque tenemos noción del monstruo, sabemos que existen precedentes y que en suma se agrupan bajo ese término; lo relacionamos en la palabra “zombi”.

Pero casos como “Cuento del sepulturero” no presentan esa conciencia. El contenido no permite relacionar la figura del “muerto viviente” con la del zombi, sino con otro tipo de contenido. Porque al fin y al cabo un vampiro es un muerto viviente al igual que una momia, y casi nadie pensaría en nombrarlos como zombis. Entonces, la reanimación de un cadáver es una característica que puede ser utilizada por más de un arquetipo fantástico y es el autor quien decide qué connotación le será otorgada.

Por todo lo anterior es que en nuestro siglo ya podemos hablar de una literatura peruana zombi hecha con muertos vivientes que responden a esta tradición cultural. Novelas, cuentos y microrrelatos han sido publicados con resultados disímiles en cantidad, aunque no tanto en mundos ficcionales. ¿De qué títulos disponemos? Vamos allá.

Cuentos 

Según el investigador Elton Honores en su libro La división del laberinto. Estudios sobre la narrativa fantástica peruana contemporánea (1980-2015) el primer cuento Z es “Necrofagia”, incluido en Fictocronías (2010), de Juan Mujica. Lima es devastada por los reanimados, quienes invaden los cementerios buscando cadáveres. Cuando los cuerpos se acaban, roban los autos y asesinan a sus conductores mostrando tener cierta inteligencia y una capacidad de adaptación muy dantesca, ya que luego se transforman en hombres lobos al salir la luna llena. En suma, es una fiesta de caos en donde el ser humano es la presa predilecta.

En 2012 se publica Un zombi ilustrado y otras anomalías, de Freddy Arteaga. La mayoría de cuentos tienen un tono satírico y cínico con protagonistas caracterizados por su condición peculiar, ya sea por ser un monstruo como tal o una persona no convencional, como un suicida, un psicópata y otros más. Lo que interesa esta vez es “Un zombi ilustrado”, un relato con un muerto exigiendo sus derechos mediante una manifestación en representación de sus demás congéneres. Una parodia que hoy en día podría caer mal por el contexto político latinoamericano, o tal vez no. Por cierto, de zombis el libro tiene poco.

Seguimos con los libros de cuentos no dedicados al 100% a los zombis. En 2012 ―ojo que en este año se publicaron varios textos Z, tal vez por el “apocalipsis”― se publicó Cuentos para sobrevivir al fin del mundo, de varios autores y con dos cuentos del tema. “Videoblog”, de Daniel Abanto, narra la perspectiva de Fiorella al inicio del desastre, cuando caprichosa por su fiesta de promoción registra el acontecer desde que se entera de la propagación de la plaga mediante la televisión. “El último zombi virgen”, de Pierre Castro, tiene como protagonistas a dos jóvenes que, emocionados por sentir que viven la experiencia de un videojuego, se dedican a matar… “matar” zombis desde su azotea.

En 2014 llega Un muerto camina entre nosotros: cuentos peruanos sobre zombis, que como sugiere su nombre contiene a varios autores. De lo que pude revisar, tenemos algunas historias convencionales en donde la perspectiva del personaje cambia, ya sea desde un zombi que pensaba ser aún persona, o de una mujer que reclama cariño a su pareja zombi. En realidad aparecen algunos textos anteriores, como los que en un momento veremos en el apartado de microrrelatos, publicados en 2013. También presenta algunos cuentos al parecer inéditos, como los de Rubén Mesías y Daniel Salvo.

Y al fin, en 2015 llegaría al que considero como uno de los mejores libros peruanos de este tipo publicados a la fecha (octubre de 2019): Teztimonio: el grito de los días, de Luis Apolín. Luego, en 2017 se publicaría un libro perteneciente al mismo mundo, es decir, Hermano: el silencio de los días, del mismo autor. Ambos nos presentan historias de supervivientes a la tragedia nacional del Perú, en donde las autoridades ya no existen y cada quien vela por sí mismo. Las tramas son cruentas, con una alta dosis de violencia, sangre y suciedad… ¿gratuitas? No. Estos elementos se justifican por el mundo violento y decadente que presentan, pero también la prosa del autor naturaliza la situación de modo que hasta un asesinato sanguinario tiene profundidad temática, y no solo aparece para rellenar de gore simple como algunas películas de Hollywood y libros de terror. Además, el origen de la plaga es interesante pues resulta ser una maldición liberada desde las construcciones arqueológicas dedicadas a Aia-Paec, dios mochica de la muerte, lo cual otorga cierta originalidad a los libros con respecto a los demás.

El mismo año (2015) en el tercer número de la revista literaria Relatos Increíbles apareció el cuento “Solo quiero un pedazo de carne”, de Lenin Solano. Un hombre mantiene a su esposa zombificada atada a la cama mientras deja a su hija refugiada y va al sótano en búsqueda de más comida; las consecuencias serán nefastas. Si lo deseas leer, puedes darle click aquí, aquí o aquí. La publicación es gratuita.  

En 2018 salió a la venta un nuevo libro de cuentos de varios autores: Los muertos nos miran: cuentos peruanos sobre zombies. No lo he revisado, así que solo lo dejo indicado para la curiosidad de quienes deseen leerlo.

Y ahora es el turno de un caso especial. En abril de 2019 salió a la luz Pollito zombie, de Álex Ginés, un relato largo de literatura juvenil sobre la llegada del animalito al hogar de un padre y su hijo, ambos distanciados anímicamente. Este libro de casi cincuenta páginas incluye también algunas viñetas a manera de historieta con un estilo similar a las calaveritas mexicanas para graficar a la avecita y al padre e hijo. Sin embargo, a pesar del título no es una historia zombi. Su uso obedece al apodo del pequeño animal por su cuerpo delgado, garbo, y no por ser un cadáver reanimado. No obstante, por su asociación a la criatura quise añadirla aquí al final del grupo de cuentos. Por cierto, ganó los Estímulos Económicos del Ministerio de Cultura en 2018.

Microrrelatos

La revista Buen Salvaje publicó en su 7° edición el artículo de Elton Honores “El acoso de lo imposible” sobre el aura fantástica en la Lima de la narrativa peruana. Aquí se incluyeron tres microrrelatos sobre zombis, uno de Marco Alberca y dos de Sarko Medina. El de Alberca es “Apocalipsis zombi” sobre un sujeto que huye de un muerto viviente hasta descubrir qué es él realmente. Los dos de Medina son “Huida” y “Prueba”. “Huida” es el “mejor” de los tres, y trata acerca de reanimados con conciencia y el sufrimiento que obtienen de la persecución y matanza del que son objetos. “Prueba” trata… pues trata de alguien matando zombis para completar una prueba. Listo. Sinceramente ninguno vale mucho la pena.

También se publicó en 2017 El celular del diablo 3 bajo el título llamativo de Los zombis que cayeron del cielo, de Pedro López Ganvini. No solo contiene pequeños relatos Z, sino de otros personajes como los diablos, los fantasmas y más. Algunos son interesantes por el remate final de la historia, como en “Los zombis que no matan” y su comparación entre estos monstruos y quienes ya no tienen internet. De todos modos, no es un gran libro.

No se ha publicado demasiado en este campo en cuanto a lo Z, y lo hecho no destaca siendo el peor campo de los tres tipos de textos narrativos que menciono. El punto positivo: se leen en un minuto.

Novelas

Entramos a la mayor cantidad de libros publicados de entre los tres. Si bien no son decenas y decenas de libros, sí existe un buen puñado de novelas en donde se ha buscado responder a la pregunta: ¿qué pasaría en el territorio peruano si aparecieran los zombis?

Significativo es el hecho de que la primera novela peruana naciera en Internet; se tituló Apocalipsis zombie. Historia de un posible apocalipsis originado por un ataque zombie en Perú, escrito por Rafael E. González-Otoya B. en 2009. Fue colgado en el ciberespacio y no terminó de concluirse, pero en 2017 fue publicado en papel con el nuevo título Lima: Apocalipsis Z. Es una historia convencional sobre el nacimiento del virus en Ucrania y su propagación hasta Perú, en donde el protagonista y fuerzas gubernamentales intentan frenar el avance del caos en medio de escenas de sangre y acción. No destaca en nada estético, pero no deja de tener valor histórico.

Cabe señalar que en el mismo año también se colgaba en la web La mula ucronías sobre periodos históricos peruanos con zombis. El proyecto era nombrado como Valhalla  Uno de los autores fue Hans Rothgiesser, quien aparecería años más tarde con dos novelas Z. Actualmente el proyecto se encuentra congelado.

Lo que sigue es irónico, muy irónico. Las novelas peruanas Z en general no tienen una gran calidad ni renuevan este tipo de historias en relación a tramas ya vistas con anterioridad, sean en películas o libros. Sin embargo, considero que el libro que mejor ha trabajado a este personaje es uno no centrado en él: Hombres de mar, de Óscar Colchado. Publicado en 2011, toca los temas de las protestas sociales, el narcotráfico y la industria pesquera en el Chimbote del siglo XX. Dos deidades mochicas, los Mellizos Marino y Terrestre, llevan su disputa hasta la actualidad reencarnados en nuevas apariencias y durante un contexto convulso en donde pescadores y otros ciudadanos empiezan a levantarse contra los líderes empresariales y políticos. El Mellizo Marino forma parte de las fuerzas antagonistas, y al ser un personaje con poderes tiene la capacidad de revivir a los muertos o “ahogados” para utilizarlos como sus sirvientes. No devoran gente, no infectan a vivos, no provocan un apocalipsis global. Si bien podría confundirse a estos muertos con otras leyendas típicamente peruanas, la complejidad del libro permite establecer conexiones con el zombi puesto que los propios personajes mediante su narración reconocen así a estas criaturas. En otras palabras, es un “zombi mítico” debido a la amalgama o mezcla entre la tradición mochica y la occidental, pero en la versión anterior a George Romero. ¿Y cómo era? Similar al de este caso, con un brujo que extraía la voluntad de la persona y, al fallecer, despertaba como un esclavo.

Tras todo lo anterior, en 2012 tendríamos una novela publicada en físico y centrada en historias de este tipo. Me refiero a Ven ten mi muerte I. Una balada, de Gonzalo del Rosario, un texto repleto de sarcasmo y de referencias cinéfilas, rockeras y de otros campos populares. Dos jóvenes intentan sobrevivir en medio del apocalipsis, pero el chico es infectado por uno de los muertos y a partir de entonces su transformación será paulatina. Como si no hubiera nada más que perder, su supervivencia posterior se verá caracterizada por la adrenalina y el sexo sin ninguna regla ya impuesta. Es una novela ciertamente curiosa. La visión humorística no abunda en las otras novelas como lo verás a continuación. Ah, no ha salido aún ninguna segunda parte y no hay visos de que vaya a ocurrir, por ahora al menos.

Si ya tenemos la primera novela Z cibernética, la primera novela que mezcla lo precolombino con lo occidental y la primera novela sarcástica, pasamos ahora a la primera saga. Casi parece que la historia literaria Z reciente hubiera sido determinada. En 2013 Hans Rothgiesser publicó en Wattpad Réquiem por Lima, una historia por capítulos ambientada en la capital y que salió en papel en 2014. Aquí nos encontramos frente a un intento de wordlbuiding, es decir, una reconstrucción del mundo con base en elementos distintos a nuestra realidad. La trama reconstruye la ciudad en cuanto a su arquitectura y sociedad, con pequeños grupos que utilizan las construcciones para modificar su estilo de vida (como el Metro). El protagonista proviene de una microsociedad en una isla cercana a la costa. Solitario, trabaja recibiendo pedidos y viajando hacia la ciudad para buscar los productos y venderlos de regreso. Con altos y bajos, la premisa es interesante y el autor logró continuarla en Réquiem por San Borja, publicada en 2016. A la fecha parece que saldrá una tercera parte intitulada Réquiem por Lurín. Si toda saga suele tener un nombre genérico, a ésta la podríamos llamar saga Réquiem.

Ahora bien, la influencia de las novelas Z en inglés ha calado en estos libros. Lo menciono ahora por la siguiente novela que adopta la estructura de Guerra mundial Z (2006) a un contexto peruano, es decir, enfoca la crisis mediante entrevistas, reportes y distintas voces. Es  Historias de guerrillaz, de Charles Huamaní, publicada en 2014. Cercano al inicio de la catástrofe, la trama nos ofrece una perspectiva panorámica de distintas regiones en el país, como Ayacucho, Huánuco y Loreto. Los problemas provienen de distintos campos aparte de los causados por los muertos. Por ejemplo, las largas huidas de las ciudades provoca desgaste físico y, por ende, personas heridas con grandes posibilidades de fallecer. También aparece un movimiento similar al de Sendero llamado Nuevo Sendero en medio del caos social. A diferencia de los anteriores libros, tal caos no destruye por completo la nación, pues a lo largo del territorio se forman grupos de resistencia dedicados a exterminar zombis e intentar recuperar espacios perdidos. En ese sentido se acerca más al concepto de una novela apocalíptica que una post-apocalíptica.

Salimos del campo editorial limeño para regresar por fin a otras regiones, como ocurrió al ver Teztimonio y Hermano. Y es así ya que en 2017 se publicó en Chimbote, Áncash, Crónica I: La procesión de los caídos, primera parte de la saga al parecer titulada Universo Crónica y escrita por Ezequiel Calderón. Es uno de los libros que aún no pude revisar, pero según la sinopsis el libro nos ofrece una historia de misterios al estilo de los thrillers tecnológicos. Tres ciudadanos rusos visitan la localidad de Carhuawincha con fines desconocidos, pero al parecer para nada inofensivos. El protagonista, un médico joven, intentará sanar sus culpas pasadas en esta región andina pero, como seguramente ocurrirá, se verá envuelto en este entretejido de secretos con consecuencias nefastas para la humanidad… Bueno, hasta parece la sinopsis de una película, pero realmente provoca curiosidad echarle una leída sobre todo cuando las novelas peruanas Z se pueden contar con los dedos. Por cierto, en 2018 salió a la venta la precuela Crónica zero: Redención, que narra el pasado de un personaje al cual le quitaron “lo único importante en su vida”; no sé si se refiere al mismo médico del I.

Por último, en 2019 se ha publicado la primera entrega de una nueva saga (vamos 3) ambientada en la capital peruana. Supervivientes es el primer libro que conforma la pentalogía Pandemia Z, escrita por Poldark Mego (tiene una reseña en el blog ). ¿Pentalogía, dirán? Ocurre que en una de las solapas se mencionan los otros cuatro títulos a publicarse en el futuro: Cuarentena, Asedio, Resistencia y La caída. Por ahora, el primer libro se encuadra en los libros post-apocalípticos, cuando el brote mundial surgió al parecer como consecuencia de las medidas tomadas contra la Crisis del Abismo, un fenómeno climático que arrasó con los recursos naturales. Los personajes, en su mayoría sujetos comunes y corrientes, intentan sobrevivir en una Lima infestada de reanimados y de cierta amenaza más. Una estructura argumental convencional a las películas Z de supervivientes por si eres fan de ellas.

Y llegamos al final, una conclusión nunca peor dicha ya que la historia sigue y la literatura también. Seguramente en los próximos años se publicarán nuevos textos Z que renovarán, o mantendrán, la tradición zombi; espero ambos. Por ahora toca mirar hacia atrás y ofrecerles, como investigador un breve balance: antes de nuestro siglo existieron al menos tres antecedentes del concepto “muerto viviente”, que luego se repensó de manera plena como “zombi”. En estas dos últimas décadas aparecieron al menos 9 publicaciones de cuentos, la mayoría no exclusivas de la presente temática. En microrrelatos parece que no tenemos mucho de donde leer, salvo por los publicados en la revista Buen Salvaje y en El celular del diablo 3, todos ellos aún sin la maestría de exponentes en la narrativa brevísima como Monterroso o Loayza. Y en novelas existen 9 libros, de los cuales han nacido 3 sagas: Réquiem, Universo Crónica y Pandemia Z. Eso es casi todo. La literatura peruana Z de hoy aún no alcanza grandes niveles de calidad u originalidad por los libros que pude revisar (que no son todos los nombrados), salvo por los de Colchado y Apolín. Sin embargo, su producción significa una suerte de rebelión un poco discreta contra el vacío presente como un cráter en las letras peruanas de un personaje tan icónico como el zombi. ¿De aquí a cincuenta años se habrá desarrollado o será recordado? Quien lea mis palabras en el futuro tendrá la respuesta.

Ahora, los muertos siguen levantándose.  

Fuentes

Dejo mencionado a mis principales ayudantes para este artículo, porque sería de malagradecidos robarse todo el crédito de la información.

- “Zombis en Lima o el paroxismo en el fin de los tiempos”, artículo de Elton Honores incluido en su libro La división del laberinto: estudios sobre la narrativa fantástica peruana (1980-2015). De aquí extraje la mayor cantidad de datos sobre qué libros se habían publicado.

- En la web Chimboteenlinea se posteó una entrada sobre la novela La procesión de los caídos, mediante la cual pude enterarme de su existencia.

- De los pocos artículos que encontré sobre Le Zombi du Gran Pérou lo hallé en ¡Qué buena historia! aquí.

- Mis propias lecturas de los cuentos, microrrelatos y novelas.


 


     

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