Este libro tuvo un “destino” curioso: ser publicado dos veces gracias al apoyo económico del Estado peruano. Un hecho tal no ocurre salvo que uno sea icónico para la nación como para tener tal posibilidad, o que se alineen ciertas circunstancias. Lo cierto en el caso de Larriva es la invisibilización impuesta a su obra luego de 1919, cuando publicó por primera vez el presente libro gracias al apoyo del Ministerio de Guerra. Cien años después, no obstante, vuelve a estar en circulación por obra del editor José Donayre y del premio de los Estímulos Económicos para la Cultura 2018 organizado por el Ministerio de Cultura (perdón por la redundancia), que tiene un apartado para la publicación de libros.
Antes de pasar al cuentario, un breve contexto. Durante las dos primeras décadas del siglo XX surgen importantes cuentistas peruanos, como Clemente Palma, Abraham Valdelomar, Enrique López Albújar y Ventura García Calderón, quienes crearon historias realistas, fantásticas y algunas de ciencia ficción ambientadas en las ciudades y en los campos; especialmente López Albújar da inicio al boom del Indigenismo. Y, aunque previamente se encuentran Mercedes Cabello y Clorinda Matto, la presencia femenina en las letras peruanas no era muy notoria hasta las últimas décadas. Más de un investigador y promotor cultural se encuentran ahora en un proceso de re-descubrimiento y re-valoración de obras poco conocidas y es así que ahora tenemos de vuelta a Lastenia.
Pero, ¿qué nos depara Cuentos? La mejor manera de apreciar sus 14 relatos es trasladándonos hasta su época, casi los años 20´s de una Lima todavía no convulsa y con una división de clases aún muy marcada, pero con una puerta abierta hacia la importación de la tecnología urbana. Porque, vistos con ojos actuales, el contenido del libro ha envejecido de manera relativa al contener una gran dosis de enseñanza moral en historias realistas, fantásticas y maravilloso-cristianas que justamente expresan un catolicismo asumido por parte del narrador. Aun así, algunas historias son realmente buenas y destacan sobre el conjunto. A saber:
- “Cuento del sepulturero”: sin duda, el mejor del libro. Durante un debate sobre la muerte y su significado, un sujeto narra el cuento del Ángel de la Muerte, quien en medio del cementerio oye los lamentos de los muertos. Tan solo el inicio ya presenta una experimentación formal pues solo se conforma de un diálogo que va incorporando a nuevas voces hasta que en la seguidilla de guiones el lector se encuentra ante una mesa redonda de parlamentos. El tono gótico se mantiene en gran parte del texto y las participaciones de los fallecidos alcanzan por momentos niveles simbólicos sobre la influencia de la propia muerte en los vivos.
- “Mañana de primavera”: un cuento realista, pero que no podía dejar de mencionar. Si bien como en otros relatos éste busca enseñar una lección moral, Larriva logra profundizar en la psicología de la protagonista mujer, quien es una madre anciana cansada de realizar día tras día las labores del hogar hasta decir “basta” un día, en el cual se rebela y traslada a sus hijos las responsabilidades hogareñas. Con una narración sencilla, se logra crear simpatía por la señora.
- “Inexplicable”: lo atractivo de esta historia se encuentra en las reminiscencias históricas implícitas, pues es el ejemplo de un relato clásico de terror del siglo XIX. Esteban tiene como pareja a Pasión, una mujer en exceso celosa. Al encontrarse moribunda, le exige que le jure lealtad inclusive tras su muerte a lo cual Esteban accede, pero la promesa no le será fácil de mantener a riesgo de que lo sobrenatural aparezca en su vida. Es una historia redonda, ya que los nombres femeninos representan atributos abstractos correspondientes con sus dueñas y el final ya puede percibirse desde la mitad de la trama. A pesar de ello (y casi como en “Cuento del sepulturero”), el ambiente gótico se mantiene para anunciar una fatalidad siempre latente.
- “El niño Jesús de Teodoro”: un relato fantástico con varios matices. El protagonista es un hombre huérfano que, a pesar de ser bien criado, se junta con personas de comportamiento violento y delincuencial. Cuando se propone por fin realizar un asalto, motivado por un compañero, las voces de su madre aparecerán de pronto para intentar persuadirle de lo contrario. Aunque también tiene un fin moral y católico, el desarrollo es muy interesante pues pasamos de la madre al crecimiento del hijo hasta su presente en donde la irrupción fantástica puede incluso modificar su realidad de manera radical.
El valor de este libro es más histórico que estético, hay que mencionarlo. No tiene una prosa descuidada, pero más de una historia es muy sencilla y a veces finaliza con un ritmo cortante, anticlimático, a comparación principalmente de los cuatro cuentos mencionados. Además, no será de tu agrado si no te gustan los textos con una buena dosis de catolicismo y fin moral, aspecto que hoy en día no es del agrado de muchos.
Sin embargo, su calidad no es pésima gracias a esos destellos de genialidad que por momentos aparecen. Y, recalco, su gran valor es histórico. Porque veamos: las historias de la literatura peruana identifican para las dos primeras décadas del siglo XX la presencia del Modernismo y la inclusión de los Vanguardismos, incluyendo en la narrativa. Y ambas corrientes significaron una renovación en la literatura latinoamericana gracias a una mayor presencia internacional de sus producciones, inicialmente con un estilo centrado en el efecto estético y bello (Modernismo), y luego en las experimentaciones formales o de escritura (Vanguardismos). Pero Cuentos no forma parte del panorama. Su contenido representa otra crisis, una tal vez significativa para cierto sector de la población femenina si correlacionamos las historias con la idiosincrasia limeña de aquel entonces. Y esa crisis es la transición entre el Romanticismo y el Modernismo, es decir, desde una corriente cultural decimonónica que privilegiaba los sentimientos y las pasiones hacia el segundo (ya explicado de manera breve). En los cuentos tenemos aún la apelación a los sentimientos de los personajes y del lector ―mediante el narrador― con un toque de costumbrismo nacional, pero a la vez se busca mantener la belleza de las cosas mediante algunas descripciones y cadencia que recuerdan un poco al estilo de Rubén Darío.
Por ende, éste libro de Lastenia Larriva revela otra parte de la literatura peruana, una que todavía no cerraba épocas (si es que acaso debía de hacerlo) para crear relatos que ayudaran a sus lectores de época a mejorar tanto como personas como en sus relaciones interpersonales, aunque de acuerdo a las doctrinas católicas. Si eres un curioso de la historia y de sus procesos, entonces Cuentos sí que te es necesario.
Detalles técnicos:
Género: Fantasía, maravilla
Editorial: Grafos y Maquinaciones
Año original de publicación: 1919
Año de la presente edición: 2019
N° de páginas: 174