13 Feb
RESEÑA: Relatos Increíbles #1

Con la presente entrada inauguro una nueva sección en el blog dedicada a las revistas literarias escritas principalmente en español. Hoy en día hay una gran proliferación de este medio de publicación y es inevitable abordarlas para tener un panorama más completo del mundo de la literatura contrafáctica. Pues es así que en esta ocasión les presentaré el primer número de la revista Relatos Increíbles, nacida en 2015 y que a la fecha cuenta con 16 números publicados.

Su director es el peruano Héctor Huerto Vizcarra y el comité editorial en esta edición se conforma de Hans Rothgiesser, José Güich, Paola Arana, Daniel Salvo, Carlos de la Torre, Christian Campos y Daniel Arteaga. El objetivo, aparte de promover este tipo de literatura, es el de alcanzar «un público masivo en los distintos países hispanos y eliminar para ello cualquier tipo de limitación» por lo cual es gratuito. Además, pretende ser un «semillero de escritores nóveles». En ambos puntos, hay un saludable afán de conectar al lector y escritor en español y por ende esta publicación obtiene, por decirlo así, el nivel simbólico de un intermediario.

Pero, ¿en qué consiste su contenido? Cada cierto tiempo los encargados realizan una convocatoria libre por internet y eligen de lo recibido el corpus de los cuentos publicados. En esta ocasión tenemos seis de ellos, los cuales se insertan justamente en los tres campos literarios del blog: la fantasía, la maravilla y la ciencia ficción. Empecemos.

Ya que son distintos autores, opinaré por separado de cada historia para tener un balance más justo, ya que hay algunos textos mejores que otros. Por ejemplo:

- «Servicio de medianoche», de Jesús Manrique: un taxista se encuentra por regresar a su casa, pero en el camino recoge a un joven con un extraño bulto que lo lleva hasta cierto punto, cuando el conductor se dará cuenta de qué hay en realidad dentro del paquete. Uno de los mejores aspectos del relato es su ambientación inicial, ubicado en la noche y con una atmósfera gótica clásica. Además, el desarrollo de la historia no es tan simple como podría parecer una clásica historia de carretera (leyendas de terror). La violencia y la venganza se ejecutan de manera astuta para revelar el verdadero trasfondo de la situación en el final, que si bien se vale del clásico recurso de giro de trama cumple con darle cohesión y sentido a la historia. Hay de todos modos dos puntos flojos: el uso de coma en vez del punto seguido en “Conducía el taxi de vuelta a la ciudad, tuve que realizar un trabajo…” y una innecesaria muestra de inocencia del protagonista cuando en un primer momento no sospecha del olor nauseabundo y de los leves sollozos de persona en su auto.

- «Moderador», de Miguel Cassani: un joven tiene actividad constante en Facebook y otras redes sociales con distintas personas agregadas como contactos, salvo por algunos problemas con la realidad. Con “amigos” que en realidad están muertos y una casa inexistente en el mapa, el protagonista descubre la verdad al contactarse con los moderadores, extraños sujetos conscientes de la transformación de la propia existencia. La idea es muy interesante, pues aborda la temática del internet y la sociabilidad virtual dentro de su propia lógica, pero el efecto de sorpresa del personaje ante la situación podría haber sido traducido en una prosa más contrastante entre las propias palabras del chico y del moderador. El impacto pudo ser más vívido.  

- «Receta médica», de Román de la Cruz: un hombre sufre de constantes picazones en un punto determinado de la cabeza, por lo cual se rasca en varias ocasiones manchándose de sangre. Animado por una chica (no se aclara del todo quién es), visita a un doctor a pesar de su miedo y rechazo hacia ellos y se revela la causa de su malestar. Es un relato sencillo y menos sorprendente comparado con algunos otros de este número, pero no deja de ser funcional al tener un final que otorga lógica y cierre al conflicto del protagonista.

Finalmente, considero que los mejores cuentos son los siguientes:

- «Comunión», de Miguel Ángel Vallejo: un peruano viaja hacia Pilsen, ciudad de la República Checa, para pasar por un tratamiento que le ayude a sobrellevar sus recuerdos; olvidarlos si es posible. El atractivo principal de la historia lo tenemos en el método, que consiste en una serie de prácticas grupales que uniformizan y aíslan cada vez más a sus participantes, pero sobre todo en una primera persona en plural que se nos revela como observadora del peruano. Este aspecto unido al desenlace le da mayor riqueza al relato, ya que cada aspecto del mismo sirve al propósito del propio acto de narrar aquí: ¿quién es el narrador? Además, en pocas páginas hay una buena construcción de protagonista mediante los recuerdos y las reflexiones sobre su pasado y sentimiento de culpa, ya que su mujer fue asesinada (¿o él lo hizo?). Un detalle curioso es que se conecta con el mundo ficcional del cuento «La insignia», de Julio Ramón Ribeyro, mediante la mención a la misma ciudad (Pilsen) y sobre todo a la secta alrededor del libro de Feifer.

- «Reflejos de carbono», de Sergio Mars: el trasfondo es complejo. En un futuro indeterminado, la aplicación de los conocimientos de la ingeniería a la biología genera la nanoprótesis y su consecuente desarrollo gracias a conflictos sociales. Los tejidos humanos son en parte reemplazados por tejidos artificiales que mejoran las capacidades físicas, lo cual también es utilizado por distintas industrias para potenciar la mano de obra; pero también genera desempleos. Es así que se producen los nodo-relejos para reincorporar a los desempleados y así volver a estabilizar la situación. Entonces es cuando aparece nuestra protagonista, madre de un niño de siete años, que recibe una polémica propuesta a cambio de un aumento de sueldo. La cuestión a lo largo del relato será su indecisión sobre si aceptar o no, ya que como se deja entender ella es aún un poco reacia a toda la parafernalia tecnológica de su empresa. Claramente éste es un cuento de ciencia ficción que puede gustar a los que exigen una gran justificación científica a la invención futurista. No obstante, para otros puede ser cansina la explicación extensa sobre el pasado social-tecnológico de los nodos-reflejo, elemento de conflicto para la trabajadora, que aun así no deja de ser interesante. En ese sentido tiene un aspecto ambivalente de pro y contra, pero en perspectiva explota bien su mundo ficcional.

- «El precio de la guerra», de Miguel Huertas: Domenec (¡al fin un nombre propio!), parecido a un caballero andante, se desplaza sin un rumbo del todo aclarado en el relato y en el camino, junto a su mula Rodaballa y su compañero temporal Tem, el casi-bardo. El conflicto principal lo tenemos en cierto pueblo en donde al parecer hay un duende asustando a la población, al cual Domenec encara para descubrir la verdad sin pretender ser necesariamente un héroe. La historia en realidad recuerda a las antiguas novelas de caballerías y al subgénero de espada brujería, no solo por la ambientación y los personajes incluidos, sino por la estructura de la trama. No es un cuento a lo Poe ―efectista hacia un único punto conflictivo―, sino que sigue un esquema en serie de aventuras consecutivas (como en El poema del Mio Cid o Lazarillo de Tormes); se nota que el segmento del duende es un capítulo más de una historia más larga. En perspectiva, este relato es el mejor trabajado a nivel de prosa, pues las descripciones de los lugares están bien cuidadas sin ser demasiado extensas y los diálogos son vívidos.

En resumen, este es un buen primer número para la revista. Aunque hay algunos cuentos mejores que otros, ninguno llega a ser mediocre ya que pesan más los puntos positivos que los negativos. Pueden leer este y los demás números aquí, gratis: http://www.relatosincreibles.com/

Detalles técnicos

Año de publicación: 2015

N° de páginas: 42

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