Comparado con otros tonos en la literatura peruana, la vertiente del terror no tuvo mucha cabida en la tradición nacional. Sin embargo, hoy en día algunos escritores se encargan de cultivarla y por ello la presente revista pretende formar parte de este fenómeno literario, en un panorama cada vez más heterogéneo y a la vez liberador de esos gustos hallables en producciones extranjeras.
Nictofilia empezó a publicarse desde 2016 y tiene como directora a Marcia Morales. En un inicio se vendía de manera física (15 soles o 4,6 dólares), pero actualmente se puede hallar de manera gratuita y virtual (al final dejaré el link). A la fecha han sido editados 4 números que, salvo el primero, son temáticos: horror erótico (2° número), steamgoth o steampunk más terror (3° número) y poesía grotesca (4° número). Tanto sus cuentos como sus poemas pertenecen a diversos autores de Latinoamérica ya que son elegidos mediante concursos públicos anunciados en sus redes sociales, como es habitual en las últimas revistas digitales.
Toca pues “hablar” de esta primera edición. Contiene 3 secciones: Cuento, Poesía, Reseña (a la novela La casa muerta, de Alina Gadea) y entrevista (a Jade Karen). En total hay 10 cuentos y 6 poemas, que varían su calidad entre muy buenos, buenos y regulares. A pesar de que los textos tienen distinta autoría, uno de los principales problemas de algunos relatos reside en su escritura. Pecan de demasiada simpleza al elegir palabras impactantes o rompen el ritmo narrativo en momentos importantes, especialmente en el desenlace cuando pretenden dar una sorpresa final («Real irreal», «La teoría del doctor McPherson», «La chica de la escalera»). También algunas historias son simplonas, de modo que asemejan anécdotas y no historias originales con cierto desarrollo de conflicto.
Pero, dejando de lado todo lo anterior, sí que hay algunos casos interesantes de historias macabras y originales entre lo fantástico y la ciencia ficción. Empezando por los cuentos:
- «La muñeca», de Hernán Guillermo Paredes: un sujeto recuerda cómo conoció al amor de su vida, una muñeca hallada en el desván y a la cual jura proteger y amar no importa el precio, inclusive si el costo implica silenciar con la muerte. No es muy original en cuanto a la perspectiva, ya que los cuentos modernos suelen adoptar la visión del monstruo, pero esta técnica se utiliza muy bien recreando escenas perversas bajo un halo de inocencia e idealismo amoroso.
- «Lo que aguarda», de Carlos Saldívar: desde una casa destartalada el ambiente se encuentra en ruinas, un deterioro que parece ser obrado por una mente oculta entre las paredes a la espera de víctimas y sangre nueva. De modo similar al anterior relato, también se adopta la perspectiva del monstruo, pero de una manera magistral (y no es exageración). El mejor aspecto es su sutilidad al sugerir la presencia de un “algo” en medio de elementos inertes en un ritmo creciente de tensión y maldad. Aunque la historia es sencilla, sí que llega a impactar gracias a una prosa elegante y sensitiva.
- «Incursión anímica», de Mauricio del Castillo: un tipo con demasiadas deudas decide suicidarse, por lo cual ciertos investigadores deciden traerlo de vuelta a nuestra dimensión para que cumpla con sus deberes. ¿Cómo? Fanny, compañera del detective, puede morir, ir al mundo de los muertos y devolver las almas a sus cuerpos para finalmente resucitar ambos. Hay cierta explicación racional en este fenómeno que le otorga la parte cienciaficcionera a una historia fantástica, una que a mi parecer es la más original y atractiva del número.
- «Espantos cotidianos», de Daniel Guajardo: tras permanecer algunos años en el manicomio, una mujer se reencuentra con su hermana y asisten al evento público de la sobrina, pero durante la asistencia la protagonista rememorará de nuevo las sensaciones y presencias paranormales que la atormentaban desde niña (y por los cuales acabó en un sanatorio). Podría decirse que es una versión opuesta a los dos primeros relatos mencionados, al menos en su tonalidad porque a una situación terrorífica se ve enfrentada una motivación amable y dulce, como es intentar mantener la paz familiar. Esta mezcla le da un plus al relato.
En cuanto a los poemas, tres fueron los que me gustaron más.
- «En aquel salón silencioso», de Liliana Flores: es un poema narrativo, tal vez por ello es mi agrado. Se cuenta el encuentro entre una mujer y un vampiro que surge de un retrato en el antiguo castillo, encuentro bajo una atmósfera gótica bien construida mediante imágenes del contacto vampiresco y de sonidos ambientales.
- «Funebrofilia», de Diego Giménez: en el fondo habla de un amor tóxico, pero bajo una apariencia grotesca. El pulso constante de repulsión atrae a la voz poética, quien transmite y recibe el alma y odio de su receptor como vómitos o desechos reutilizados.
- «Un sueño hermoso», de Carlos Ruiz: con una final similar a las muñecas matrioshka que contienen una dentro de otra, se aborda el tema de los sueños en donde los modelos sociales son alterados y pervertidos (vírgenes caníbales, niños jugando con bombas nucleares en lugar de canicas, entre otros). El tono lúdico le otorga aun mayor sarcasmo al contenido.
En resumen, este primer número contiene cuentos y poemas muy buenos que no solo cuentan historias o muestran sentimientos, sino que sugieren sensaciones a partir de lo anterior. Esos textos son los que realmente sacan a relucir la habilidad literaria de los escritores. Y, claro, sí deseas leerlo clickea aquí.
Detalles técnicos:
Año de publicación: 2016 (julio)
N° de páginas: 91