Al principio no vi nada. Mis ojos, vivamente impresionados por la luz, a la cual no estaban ya acostumbrados, se cerraron irresistiblemente. Cuando los pude volver a abrir, me quedé maravillado, y más aún que maravillado, atónito.
—¡El mar! —exclamé.
Hasta hace poco no conocía este clásico de la literatura universal, es decir, aún no lo leía. Pero sentí una deuda que cualquier lector que se precie debería tener: la curiosidad por explorar uno de los responsables de la imaginería popular. ¿No es conocida por muchos la hipótesis de la Tierra hueca? Pues si bien Verne no fue el único en viajar hacia esas profundidades mediante su ficción, es el exponente principal en cuanto al tema. Así que si no has leído el libro, realmente no conoces cómo es el gran centro de la Tierra según la literatura verniana.
O tal vez creas que sí si es que conoces el resumen de la novela. Sin embargo, aunque nuestro Jules no es muy bueno creando aquí personajes profundos, sí lo es articulando una estructura de trama aventurera que se completa no solo con los hechos, sino con las emociones plasmadas por el protagonista observador ante todo lo vívido en el descenso hacia el núcleo. Y claro, la llegada no es todo lo que nos ofrece el texto. Veamos.
Como anunciaba, la novela tiene una estructura ambientada para las aventuras. Es importante tenerlo en cuenta pues a veces juzgamos una historia del pasado con una perspectiva atemporal. En la literatura existen distintas maneras de articular una trama, siendo de las más conocidas la “familia” (semiótica), que consiste en un desarrollo lógico y conexo entre inicio, nudo y desenlace, generalmente con un conflicto o un conjunto de ellos como eje central de la historia. Ejemplo: las novelas del Realismo del siglo XIX, o casi todo el cine comercial actual. Por otro lado, Viaje al centro de la Tierra es similar al Lazarillo de Tormes en tanto que ambos siguen la estructura de una serie, o secuencia de eventos conectados entre sí por un elemento, en ambos casos los protagonistas.
Ahora, entendámoslo en el libro. Tenemos dos grandes momentos: antes del descenso al interior de la Tierra, y el descenso en sí. El primero se acerca más a una estructura de tipo “familia” al presentarse un conflicto central, el cual consiste en descubrir el mensaje encriptado del pergamino encontrado por el profesor Lidenbrock. Resulta que en un inicio él y su sobrino Axel viven juntos abocados a labores mineralógicas hasta el día de la llegada del texto aquel. Tan solo por casualidad Axel descubrirá el mensaje y dudará sobre si revelárselo a su tío o no, y como ya deben de suponer el profesor se entera del secreto, es decir, de la clave para poder viajar al centro de la Tierra.
Culminado este segmento con los preparativos para la expedición, empezamos con el objetivo puesto en práctica y sin una única tensión principal; al fin y al cabo ya se encuentran bajando. Por tal razón la segunda fase del libro ya deja sentir su afán aventurero, pues sin un único fin más que explorar y seguir descendiendo ―si es posible― entonces la distensión reina. Aproximadamente, ocupa un 62% del total del texto, por lo cual la novela es más conocida, y con razón, como una historia de aventuras hacia el interior de la Tierra. Sin embargo, creo que Verne no logró balancear bien del todo el desarrollo entre el descenso y la llegada al fondo. Si bien se dedican más páginas a la segunda sección con todo lo que ocurre al interior, el descenso es un poco más extenso de lo normal con pasajes interesantes, sí, pero con la posibilidad de haber sido reducido en pos de conocer más de ese otro mundo. Aun con todo, es un libro muy entretenido.
El aspecto más flojo. Antes leí 20 000 leguas de viaje submarino y me sorprendí con el vigor anímico del capitán Nemo. En cambio, aquí todos son más acartonados, definidos y casi planos. No es que sean pésimas representaciones, ya que al fin y al cabo le dan un toque cómico y funcional a la historia, pero nada más. La amada de Axel es un caso de este defecto: su candidez e inocencia rayan en lo irreal, y sus parlamentos se sienten muy plásticos, poco creíbles. Pero bueno, vamos allá.
En total se compone de 45 capítulos sin demasiadas páginas para cada uno. Es así que su lectura no es ni veloz ni lenta, sino ágil sin tantas prisas. En ese punto el uso del narrador en primera persona le es muy útil, pues un personaje como el sobrino de Lidenbrock le imprime un tono divertido a la narración de los eventos: temor ante el sinsentido de su tío, admiración ante los secretos de la Tierra y jocosidad ante su perspectiva del contraste entre Otto y Hans.
Por otra parte, Verne suele mencionar una gran cantidad de datos técnicos relacionados a la ciencia o disciplina principal en cada libro. Aquí no es la excepción. Gracias al profesor Otto, y en menor medida a Axel, la novela explica con detalles la conformación geológica del interior de la Tierra antes y durante el descenso. Puede parecer cansino, y lo puede ser para quienes detestan las descripciones o digresiones, pero realmente este aspecto no ralentiza demasiado la trama. La detiene, sí, pero no por periodos extensos, y mas bien le otorga una riqueza necesaria a un tipo de novela que aún estaba en formación durante el siglo XIX, como la novela científica o de estilo similar. Si lo comparo con 20 000 leguas –perdón por reiterarlo–, el bagaje no se muestra hasta el hartazgo.
Viaje al centro de la Tierra es una obra con mayores puntos positivos que negativos. La simpleza en su estructura narrativa no es tanto un defecto como un medio para transformarlo en una historia entretenida, ya que la aventura rige la mayor parte de su contenido. Gracias al narrador protagonista, los descubrimientos en el interior de la Tierra tanto en flora, fauna y paisajes se nos transmite con ese “espíritu” liberador, cual viajero que se deja llevar por lo que vendrá en su recorrido. Esta sería la mejor actitud para disfrutar de la novela, una que perfectamente puede ser leída por adolescentes, jóvenes y adultos. Vamos, que me la pasé muy bien a veces preguntándome ¿habrá alguien allí abajo?
Detalles técnicos:
Los datos se corresponden con la presente edición que incluye los relatos "Un drama en México" y "Diez horas de caza".
Género: Ciencia ficción
Editorial: RBA
Año original de publicación: 1864
Año de la presente edición: 2019
Nº de páginas: 330 (272 corresponden a la novela)