No es una novedad que las escritoras produzcan obras del género: desde Mary Shelley hasta Ursula K. Le Guin existen varias literatas clásicas. Y la literatura reciente no es la excepción, más aún en el continuo auge del movimiento feminista. Ahora bien, no necesariamente todo libro escrito por mujeres pertenece a este movimiento social, el cual conlleva un mensaje implícito o explícito sobre la defensa de sus derechos y la denuncia de las desigualdades sociales entre ambos sexos (a grandes rasgos). Ese es el caso de la presente novela.
Mary Robinette Kowal es una de las artistas estadounidenses que ya cosechaba premios mediante relatos previos a sus ficciones de largo aliento, en su caso el de la saga La astronauta, que ganó tres galardones en 2018 y 2019 con su primera entrega. Así, The calculating stars consigue los premios Hugo, Nébula y Locus a mejor novela. Personalmente, es en parte por ello que mis expectativas eran un tanto altas, pero también por su propia premisa, que daba visibilidad a las calculadoras humanas, las científicas encargadas de conseguir los datos numéricos necesarios para la NASA en la época del viaje a la Luna. También llamadas computadoras humanas durante los años 60 antes de la comercialización masiva de los ordenadores, solo recordaba haber leído del tema —sin percatarme de la correspondencia histórica— en la sociedad futura de Dune (1965). En pocas palabras, prometía mucho. Sin embargo, y fuera ya de esperanzas propias, ¿consiguió estar a la altura de lo que proponía?
Mary Robinette Kowal
Ambientado en los años 50, la catástrofe inicia en 1952 cuando un meteorito cae en la Costa Oeste de los Estados Unidos y destruye Washington. Elma York, una calculadora, descubre las terribles repercusiones futuras del evento para el planeta, en tanto que en unas décadas más se producirá un gran calentamiento global que elevará las temperaturas y hará imposible la vida humana en la Tierra. Por ello, tanto el país norteamericano como otros aceleran la carrera espacial para la colonizar la Luna y, luego, Marte, mientras las mujeres enfrentan el rechazo de la sociedad para poder ser también astronautas.
La estructura de la trama es lineal, es decir, avanza hacia adelante en los sucesos y recurre poco al pasado. Si bien es un detalle que podría restarle mérito por su simplicidad, el trasfondo de un apocalipsis inminente justifica esta manera de desarrollarla. De hecho, constantemente se hace hincapié en las fechas y algunas notas periodísticas para tener el contexto de lo que ocurre con las poblaciones y sus políticos a la par de la historia central, un intento constante por construir una atmósfera de inmediatez y urgencia.
Escrito lo anterior, vamos a lo principal. Si bien se plantea un inicio, nudo y desenlace definidos, en realidad los primeros capítulos potencian el carácter de fin del mundo y poseen un ritmo muy distinto al del resto de la novela. De hecho, la crítica social sobre el machismo y el racismo en contra de las aviadoras prácticamente es inexistente en el comienzo, el que es, personalmente, mi parte favorita. Es preciso y dinámico en las escenas de la pareja protagonista, quienes presencian la caída de la roca espacial y sobreviven apenas por los conocimientos técnicos de Elma.
En cambio, los verdaderos defectos ocurren en el resto del libro. Los conflictos sí son interesantes y la manera de abordar la problemática es realista, pues se genera una ucronía en donde una sociedad aún conservadora no solo se halla obligada a confiar en la ciencia —tras una guerra mundial que demostró los usos atroces de la tecnología—, sino en cambiar de manera radical su estilo y perspectiva de vida sobre la necesidad de abandonar el planeta y extirpar estereotipos acerca de la supuesta psicología frágil de las féminas para trabajar en campos de gran presión. Pero es ese choque de ritmo por lo que la lentitud del desarrollo es un tanto chocante y por momentos se estanca la trama para reincidir en lo mal que se halla la sociedad, sin plasmarlo en eventos concretos ni relevantes que nos lleven hacia la resolución de este problema.
Para ser concreto, Elma es la heroína, la encargada de afrontar tal carencia y de cambiar la situación de las mujeres. Es así como a partir de formar parte de la Coalición Aeroespacial Internacional (CAI) intentará convencer a sus superiores de incluirlas en los preparativos para elegir y entrenar a futuras astronautas. Mas en el camino algunas escenas secundarias no dicen nada nuevo de su contexto ni ayudan a conseguir ese objetivo. Inclusive así, no pierde la verosimilitud gracias al uso de una herramienta vital en la novela: los medios de comunicación como vehículo de propaganda feminista reivindicativa.
Por otra parte, buena parte del contenido es ciencia ficción dura. Es necesario conocer conceptos relacionados con las órbitas, sobre todo, para comprender los momentos donde las calculadoras trabajan en fórmulas para elaborar la ruta más efectiva a favor de la nave y sus tripulantes. No ocurre lo mismo con la explicación del hipercalentamiento futuro más allá, detalle de agradecer, pues sin esto los lectores menos ávidos en climatología perderían la justificación del detonante principal que impulsa la historia:
Caballeros, el problema es que la Tierra va a calentarse. El polvo que levantó el meteorito terminará por despejarse del cielo. Pero lo peor es el vapor de agua. Atrapará el calor, lo que provocará la evaporación, que arrojará más vapor de agua al aire, lo que, a su vez, hará que la Tierra se caliente. Comenzará un círculo vicioso que al final provocará que el planeta deje de ser apto para la supervivencia humana.
Es decir, el motor de la siguiente resolución:
Las Naciones Unidas consideran que, además de reducir los daños aquí en la Tierra, también debemos apuntar fuera del planeta. Caballeros, ha llegado la hora de colonizar el espacio.
Primera edición
Este apartado es el mejor trabajado de los tres, para mí. Sin poseer conductas ricas en matices, cada uno aporta su manera de ser en las interacciones de modo que las escenas se sientan reales, no muy plásticas, forzadas ni homogéneas en cuanto a las voces. Bueno, esto en el caso de los personajes femeninos. En los masculinos, salvo por Nathaniel y el mayor Lindholm, la mayoría son unos patanes o menosprecian las capacidades de ellas, aspecto que en realidad puede sobresaturar si no se tiene cuidado en su uso, y es lo que ocurre en cierta medida. De por sí queda claro y esta obviedad acerca de la mayoría de los hombres demerita la potencia de la crítica, como si quien lee necesitara de más elementos, como el presente, para colocarse del lado de las luchas por la igualdad entre ambos sexos.
Los más resaltantes y constantes son:
Sello oficial de la NACA
Se compone de dos secciones con un total de 39 capítulos entre los dos. Esa división se corresponde con la estructura sencilla de la historia debido a la diferencia de episodios entre ambas partes: en la primera, se intenta convencer de la necesidad de colonizar el espacio en 9 capítulos; en la segunda, se desarrolla la paulatina inclusión de mujeres en el equipo de astronautas en 30 capítulos. El enfoque de la obra está claro.
En cuanto al estilo escritural, me guiaré por el resultado de la traducción; no estoy seguro de si posee los mismos rasgos en el texto original. Escrito ello, su prosa recuerda al de las novelas juveniles de carácter romántico no tanto porque se centre en un amor de pareja, sino por los sentimientos expresados en la voz de la protagonista, quien es la narradora. Si bien la fluidez se encuentra conseguida, casi como si una conocida te contara sus experiencias, también es cierto que pierde toda fuerza dramática en algunos momentos necesarios. Por ejemplo, cuando Elma se encuentra segura de la muerte de sus padres tras la caída del meteorito (no es un spoiler):
No rezábamos por aquel desconocido en concreto, que seguramente ni fuera judío, sino por toda la gente a quien representaba. Por mis padres y las miles de personas, más bien cientos de miles, que habían muerto por culpa del meteorito. En ese momento por fin empecé a llorar.
Asimismo, «voltear los ojos», «cariño» y términos semejantes son incluidos de manera usual, no constante. Este detalle, aunado a lo anterior, representa una narración sin tantos defectos, pero tampoco méritos. Si eres exigente con el trabajo del escritor en la palabra, no creo que te guste mucho; si solo quieres algo ligero (salvo por los pasajes técnicos), entonces no tendrás problemas.
*
Hacia las estrellas resulta ser un primer libro interesante con un potencial no del todo desarrollado. Entretiene con el agregado de esforzarse en construir una ucronía verosímil, algo plasmado en los detalles exactos de la historia, así como en el apéndice agregado al final por la autora donde explica un poco de su trabajo de investigación. De lo que sí estoy seguro es que no se encuentra a la altura de una obra ganadora de los Hugo, Nébula y Locus, de modo que al menos la crítica más popular la ha sobrevalorado. Fuera de ello, tengo ganas de leer la segunda parte. Al fin y al cabo, la confrontación contra el machismo no resulta ser el único ataque al conservadurismo del ser humano en esta trama: ¿podría acaso la sociedad del siglo XX abandonar su planeta de origen en plena Guerra Fría?
Detalles técnicos:
Género: Ciencia ficción
Editorial: Oz
Año original de publicación: 2018
Año de la presente edición: 2020
Nº de páginas: 408