¿Qué es lo fantástico? El resquebrajamiento de la realidad, la presencia de lo imposible en la ficción tanto para el lector como para los personajes, la sorpresa en la historia misma hacia aquello que no debería ser. Las múltiples maneras de representar este concepto han dado lugar a estilos, corrientes y subgéneros como el terror gótico, el neofantástico, el horror cósmico, entre otros. Si bien cada uno tiene un conjunto de rasgos estables para que se pueda identificar qué se escribe, qué se lee, siempre sentí como triste el encasillamiento del creador sobre una sola forma de representar lo fantástico. Ese, felizmente, no es el caso de este libro.
El viajero onírico es un libro de ocho cuentos publicado en 2025 (realmente, en plena Feria Internacional del Libro durante los días en que leía sus páginas) y escrito por Jorge Casilla. Este es su segundo libro de cuentos propiamente dicho, siendo El libro de los pájaros negros (2011) el primero y Bosque de arces (2023) un caso peculiar, mezcla de novela coral y fragmentada y de relatos en forma de capítulos dentro de su mundo ficcional. Además, fue finalista del Premio Copé en 2016 y 2020 y segundo puesto del Premio Internacional de Novela Infantil Altazor, entre otros reconocimientos. Sirva todo lo anterior para comprender que este cuentario es resultado de un proceso de maduración escritural: la comprensión y el manejo de las múltiples opciones de lo que es lo fantástico.
Sobre el contenido, todos son del género, salvo «Nostos», de ciencia ficción, y «Soneto XXIII de Garcilaso» y «El furor de las horas», que son de corte realista. Las historias fantásticas de Casilla en este conjunto podrían encajarse en lo que en su momento Alazraki llamó neofantástico, esas historias donde se representa la imposibilidad del lenguaje para aprehender la realidad mediante resquicios en la realidad que funcionan como metáforas, y en historias donde la alteración del mundo representado no se vale de elementos mucho más notorios y espectaculares como monstruos, fantasmas, demonios, maldiciones u otros elementos que saltan a la vista en cualquier trama. En cambio, son más sutiles. A Cortázar y Borges lo suelen asociar con esta vertiente, por lo que sí, los cuentos de Jorge tienen el estilo de ambos pilares, como el juego con el lenguaje cortazariano y la metaficción y lo infinito borgesiano.
Jorge Casilla. Fuente: Making Connexion
Pero dejémoslo ahí, que recurrir a los dos es una práctica muy común y facilista en la crítica literaria. Y es que puede apreciarse en estas historias que, independientemente de los referentes literarios, hay una búsqueda constante por la conciencia sobre el género y la elusión constante de lugares comunes y caminos fáciles en la resolución de los conflictos; es decir, el rechazo hacia los clichés fantásticos. La conciencia sobre lo que significa el género se refleja en estas historias que aparentan ser realistas en sus primeras páginas y que no apelan a la sorpresa propia del romanticismo cuando surge ese portal hacia lo imposible, pero que como lectores notamos que su sola aparición rompe las leyes del mundo fáctico como lo conocemos. Al menos en la mayoría de los casos, ya que el relato del título pertenece a un fantástico más clásico y «Odiseo y las sirenas» ya se inserta desde un inicio en la fantasía de la mitología griega.
Ahora bien, hay un problema con el registro policial. «Nostos» y «El viajero onírico» pertenecen a este género en tramas disímiles, pero que tienen en común la solución de un crimen: en el primero, ya sucedió; en el segundo, va a ocurrir. El defecto en estos casos es el sacrificio que se hace sobre la verosimilitud en favor de los diálogos cool, de la escena de confrontación verbal entre el investigador y el criminal en el que ambos miden sus intelectos y manejo psicológico del otro. Y ello porque los protagonistas toman decisiones arriesgadas para sus propias vidas, como asistir a un encuentro con alguien capaz de asesinar de formas creativas o revelar datos de los casos policiales al principal sospechoso de un crimen pasional cuando no había necesidad de ello. Los momentos de lucimiento de los personajes funciona en el resto de cuentos, sobre todo los primeros, donde suelen aparecer personas relacionadas al arte y el mundo académico, pero en estos otros casos falla.
Escrito lo anterior, no hay un solo relato malo. Inclusive el que considero el menos destacado de todos es una historia muy entretenida, mientras casi todos los demás son piezas narrativas destacadas tanto en escritura como en historia. Puede decirse que el nivel se mantiene en casi todo el libro.
Pamela Monzón, ilustradora de la portada. Fuente: Perú Lee
Ahora sí, vamos con cada cuento.
- «De lo que le sucedió a Don Quijote en el bosque de Roque Guinart»: durante una velada fantástica e imposible, Cervantes, el narrador, el historiador Cide Hamete Benengeli y el traductor del Quijote se reúnen para escribir la segunda parte de la novela tras la publicación de la versión apócrifa de Avellaneda con un desenlace propio de las historias sobre textos apócrifos. Es el relato más original de todos los del conjunto y uno de los más logrados tanto por una historia ingeniosa (la reconstrucción fantástica de la escritura de un clásico desde su proceso) como por el modo de presentarlo, a modo de un artículo académico que da pase al relato en sí tras las primeras páginas; inclusive incluye bibliografía.
- «Historia de un vagabundo»: Charles Chaplin asiste a un concurso de imitadores que pretenden representar a Charlot, el famoso personaje vagabundo con el bastón y el sombrero negros, con el fin de demostrar que es el mejor sin revelar su verdadera identidad. El giro fantástico del cuento se halla cercano a la vertiente cortazariana de la alteración de la realidad desde una cotidianidad relativamente calma, casi metalingüística, pero, sobre todo, es la muestra de lo que hace particular a este libro dentro del panorama fantástico peruano actual (perdón los tres adjetivos). Es decir, con una escena simple deconstruye todo el realismo que presentaba la historia.
- «Anónimo»: una visita al escritor Filippo Cavalieri se convierte en una disquisición sobre la verdadera naturaleza del escritor Anónimo, presente en libros desde épocas previas a la era grecolatina hasta siglos más recientes. De modo similar al primer cuento del libro, aunque sin fuentes, el relato es una mistura entre la narración de sucesos y el ensayo literario que construye, poco a poco, el giro fantástico del final. Ahora bien, otro punto llamativo es el lenguaje de los dos personajes, uno que oscila entre la formalidad del académico y el amical, lo cual es ideal si se tiene en cuenta el tipo de sujeto representado en el escritor, una persona que vive su arte y lo transforma en su visión de mundo. Inclusive, de modo sutil, hay algo de terror.
- «Nostos»: en Nueva Lima, una versión un tanto futurista de la capital, una droga que provoca la muerte de la víctima con una sonrisa en el rostro es investigada con urgencia cuando los caídos empiezan a ser policías. Junto con el siguiente y los dos últimos relatos del conjunto, este es uno de los que mejor construye a sus personajes con personalidades y voces tan disímiles en sus diálogos que se sienten reales, desde una agente rebelde y peleada con sus compañeros hasta uno astuto pero arriesgado. Ahora bien, este último combo de rasgos es el defecto del texto, ya que para un cuento policial el protagonista se decide por un accionar peligroso que desentona con su proceso calmado y paciente de resolución del caso. Lo comenté en la reseña a Esta realidad no existe, en la que está incluido, y reconfirmé esta apreciación.
- «Soneto XXIII de Garcilaso»: un profesor de Literatura enseña la cátedra sobre el Siglo de Oro, en el que un estudiante le plantea el problema sobre las diferentes versiones de un mismo poema, el del título, entre distintas ediciones. El tema de fondo es el orgullo del catedrático, quien desea mantener su estatus de superioridad académica frente a sus alumnos, estatus en peligro debido a tal cuestionamiento al que le dedica varios días de investigación. Toda la historia puede recordar al estilo de Ribeyro, cuyos relatos suelen caracterizarse por evitar que sus protagonistas consigan su objeto de deseo y, en cambio, fracasen. En este caso, la construcción de la resolución del conflicto es paulatina y el desenlace tan simple, pero, justamente por ello, potente.
- «El viajero onírico»: la llamada preocupada de una madre por su seguridad y la de su hija lleva a dos investigadores a tomar el caso de un padre que se transformó en una persona errática y violenta debido a su involucramiento con el ocultismo. Este es el relato más clásico de todo el conjunto en cuanto a sus rasgos fantásticos, ya que son evidentes desde las primeras páginas, además de que sigue el curso del enfrentamiento clásico entre el héroe (o héroes aquí) y el villano con un giro final también característico de las escenas finales del cine de terror slasher del siglo XX. En ese sentido, si bien es un relato logrado, no destaca de entre los demás al ser el más conservador, el que menos arriesga en sus componentes.
- «Odiseo y las sirenas»: este cuento recrea la escena de Odiseo y sus tripulantes cuando van a navegar en la zona de estas criaturas marinas, pero esta vez desde el cuestionamiento hacia las decisiones del héroe. Ese cambio de perspectiva es interesante y resulta canalizar el verdadero conflicto sobre la información dicha y la información ocultada, pero es ese juego con el narrador entre el primer momento de la historia y el segundo, cuando se revela cierta voz, lo que mejora el giro.
- «El furor de las horas»: en una feria del libro, el protagonista compra la novela monumental de un amigo escritor ya fallecido mientras recuerda sus vivencias con él y la pérdida de su amistad. Más que la propia historia, el texto es potente por la apelación constante que la voz narradora realiza hacia esa persona ausente, ese narrador que no solo falleció, sino que desapareció de su vida ya mucho antes del deceso. La carga emocional en las palabras detrás de cada rememoración le dan la fuerza suficiente para que este no solo sea un cuento realista sobre la construcción del pasado, sino una historia sobre el duelo, pero sin usar esa palabra en ningún momento ni mostrar obvia y descaradamente que ese es el tema. Por ello, también es el mejor de todo el conjunto en cuanto a la profundización en la psicología de su protagonista, rasgo a destacar si se tiene en cuenta que es más propio de narrativa extensa, no breve. Por cierto, los nombres son referencias a personas reales, como Miguel Gutiérrez.
En suma, El viajero onírico es un gran libro de relatos fantásticos que destaca cuando el autor recurre a tramas no típicas del género, es decir, cuando se arriesga e innova. Ya habiendo leído Bosque de arces y el presente título, lo considero entre los narradores más destacados de la literatura no mimética actual, como Daniel Salvo, Tanya Tynjälä y Luis Apolín. ¿Qué más publicarán todos ellos? Estoy a la expectativa.
Coda: gracias a Jorge Casilla no solo por regalarme este libro, sino por incluirme en la hoja de reconocimientos. Y sé que estás leyendo, Jorge, aún estoy analizando el mensaje oculto. Nos volviste en otros investigadores «ocultistas» de tu cuento del viajero onírico.
Detalles técnicos:
Género: Fantástico
Editorial: Colmena
Año de publicación: 2025
N° de páginas: 156