20 Aug
El ekeko y los deseos imposibles: un diamante en bruto

Leer literatura peruana implica no solo explorar la producción de autores limeños, sino de otras regiones. Al fin y al cabo, la calidad no reside en el lugar de origen de cada escritor, pero cada uno sí que puede aportar tramas y perspectivas peculiares. Sarko Medina, arequipeño, es uno de esos literatos del circuito independiente que tiene buenas críticas entre otros colegas suyos y lectores (¡gracias nuevamente por enviarme tu libro!), pero al que no conocía hasta la lectura de los relatos que ya les presentaré. 

El ekeko y los deseos imposibles es un conjunto de historias fantásticas y de ciencia ficción con temáticas y personajes disímiles, detalle por el que la lectura no resultaría aburrida ni siempre predecible. Viajes en el tiempo, exploraciones espaciales, seres míticos de las montañas o apus, entre otros más, los 21 cuentos son casi únicos por sí mismos en cuanto a tramas. 

De todos modos, Medina les imprime una personalidad latente a varios de ellos. Sea como una mera ambientación o como un participante más de los eventos, hay algunos lugares de Arequipa presentes. Además, la cosmovisión andina configura las premisas y personalidades de los personajes, no de todos, pero sí de los suficientes como para indicar que el conjunto tiene como uno de los rasgos principales el sustrato urbano-andino más lo rural para la elaboración de los textos. 

Sarko Medina. Fuente: Aletheya

Otro detalle resaltante es la figura de la madre, protagonista en algunos casos con perfiles protectores ante amenazas externas, generalmente. Su participación no es transgresora, sino clásica según un modelo literario decimonónico de las madres abnegadas, lo que no impide que sus voces representen el coloquialismo peruano. 

En parte por lo anterior y también para otros ejemplos, la gran fortaleza es la construcción de personajes, ya sean planos pero efectivos o con relativa exploración psicológica. Uno u otro tipo son bien utilizados de acuerdo a las premisas. En contraste, el desarrollo de las historias y sus resoluciones no siempre están a la altura de sus protagonistas o de sus premisas, de modo que el potencial de los relatos no reluce al cien por ciento en cada uno. No son pésimos y, aparte de uno, el resto es bueno, pero no son muchos los que realmente destacan en todos los aspectos: trama, personajes y estilo de escritura. 

Y ahora sí, sin mayor dilación, presentaré a cada uno, sin caer en spoilers, desde el peor hasta los mejores. Y el que menos me convenció fue:

  • «Justa recompensa»: los miembros del culto Nuevo Orden Cosmoandino se reúnen para transitar mediante un portal hacia la dimensión anhelada. Sin embargo, solo el jefe o Mayor conoce la naturaleza de dicho lugar y de la verdadera mente maestra. Simple, sin mayor innovación sobre los temas que se dejan notar en la premisa.

 Luego, aquellos que tienen 3 de 5 estrellas son: 

  • «El viejito sabor a trigo»: un anciano que tiene la costumbre de dar de comer a las palomas será enviado a un asilo por sus hijos, de modo que adopta una drástica decisión… con feliz disposición. (En otras palabras, se embadurna de trigo cocido y se deja comer por sus aves). Muy buen relato breve.
  • «Los gentiles»: Sofía recibe una casa como herencia de sus padres en Puyca, pero su criada Grimanesa le ruega que no se quede allí. Su temor radica en que podría ser secuestrada por los gentiles, los habitantes del interior de los cerros o apus. Aunque es un buen cuento, solo aplica la tradición existente en un tiempo contemporáneo sin que este impacte en la historia; no es tan innovador.
  • «La telaraña materna»: una mujer revive los momentos vividos en una casa frente a una vieja mesa llena de telarañas. No diré más, pues es breve y la mayor fortaleza se halla en el giro final, por lo que tal vez no sea de las mejores historias, pero sí una muy redonda y concisa.
  • «Amor tardío»: los compañeros de trabajo rumorean que Mireya es una bruja, a veces en son de broma, otras en serio. Mendieta, uno de los trabajadores, accede a probar el pastel convidado por ella en contra de esos supuestos chismes y poco a poco se percata del amor que siente hacia ella. Historia con buenos diálogos, pero predecible desde sus primeros párrafos.
  • «El paraíso de los suicidas»: una cepa mortal de la gripe extermina a la mayoría de la humanidad, y los supervivientes intentan mantenerse día a día. Miguel se impone la misión de llegar a Allahuay, Arequipa, para reencontrarse con su enamorada. Para ello, se sirve de todos los consejos aprendidos en la ficción postapocalíptica, de modo que crea su propio grupo y se apropia de los bienes ajenos. El relato es bueno, pero, aunque el contexto es coherente y creíble, realmente lo único relevante es el inicio y el final, de modo que el nudo deja un sabor a relleno para estirar un desenlace un tanto predecible.
  • «Amanecer en Mercurio»: la humanidad ha emprendido la colonización del espacio en el siglo XXII, por lo cual los adultos recogen materia prima para la elaboración de naves. Ese es el trabajo de Mauro, quien en el cráter Kandinsky procura tener hijos con el fin de recibir bonificaciones, como lo estipula el reglamento. Sin embargo, no todo resulta como lo planeó. Más allá de la escritura, el problema es la resolución o clímax, cuyo tono en un diálogo clave es un poco inverosímil para el evento que cierra el problema principal.

 Los relatos que califiqué con un 3.5 son: 

  • «197»: Santiago sufre una vida repleta de problemas, pues desde niño era golpeado por su ebrio padre y, cuando es adolescente, cae en el mismo vicio etílico del señor. Su madre ora año tras año para que su hijo se enmiende y, luego de un evento traumático, la solución podría haber llegado al fin. Aunque la manera de narrar del final me pareció un poco apresurada y anticlimática, todo el resto es muy bien contado tanto por los sucesos como por los sufrimientos psicológicos de los protagonistas.
  • «El misterio del brazo»: un nieto intenta saber por qué su abuelo, que solo tiene un brazo, desaparece durante las madrugadas, así que investiga mediante conversaciones con doña Hilaria, la tendedera de la bodega. El mayor acierto del cuento es su coloquialismo, desde el que se recrea una leyenda sobre un lago y un toro para desarrollar el principal conflicto de la historia, pero tampoco alcanza grandes cuotas de innovación más allá de una ambientación contemporánea de la cosmovisión andina a nivel superficial.
  • «Instrucciones para dibujar al amor de tu vida»: un abuelo le entrega a su nieto colores especiales por su capacidad de crear vida gracias a que están hechos de cenizas de hadas. Entonces, adulto y solitario, decide pintar a su pareja. La premisa y el giro de tuerca final son los mayores aciertos, aunque la manera de finalizar resulta abrupta en cuanto a la escritura.
  • «Némesis desatada»: una científica inventa un mecanismo para convertir a los virus en reprogramadores biológicos, de modo que puedan alterar la composición de los cuerpos vivos desde el nivel celular y, por ende, a todo el organismo. Sin embargo, el camino hacia su descubrimiento se hallará repleto de decepciones laborales y amorosas que transformarán su visión de la sociedad y de los sentimientos ajenos. La historia no resalta demasiado más allá del elemento cienciaficcionero, pero la construcción del personaje le otorgan interés al relato, así como a su final.
  • «Carne de acólito»: cuento lovecraftiano. La Estación Espacial Internacional (ISS) caerá en el Polo Oceánico o «Punto Nemo», zona sin actividad biológica. Ese lugar tiene un trasfondo cósmico, no obstante, pues una antigua familia se enfrentó a los sirvientes de una criatura que se entiende que es Cthulhu, y en el presente, siglo XXI, un hecho importante ocurrirá en relación al lugar. Relato entretenido que utiliza la tradición de horror cósmico con elementos peruanos, que tiene como un plus los reportes periodísticos que detallan un posible devenir apocalíptico.
  • «El último vampiro»: Leoncio es un chupasangre perseguido por el Estado, al igual que otros de su especie. Solo revelaré esa premisa para no malograrles el clímax y el final que, sin ser muy ingeniosos, cierran muy bien este breve relato.

Ekeko, manifestación cultural peruana, boliviana, chilena y argentina

Por último, los que tienen 4 de 5 estrellas y, por ende, son los mejores del conjunto son: 

  • «Microleyenda»: microrrelato sobre la multiplicidad de los universos, que podrían encerrar en sí mismos otros más. El final ofrece una múltiple interpretación sobre su tema, si acaso se refiere a la demencia, a los universos paralelos, al propio lector y escritor u otra interpretación más.
  • «La búsqueda»: Julia, madre soltera, busca desesperadamente a su hijo Nicanor, quien cayó en las garras de la drogadicción. Aunque el final es bueno, el detalle realmente llamativo es el camino que recorre ella al estilo de los círculos infernales de Dante, pero esta vez sobre los niveles de adicción y la decadencia de los lugares y sus enviciados habitantes.
  • «Quince segundos en Pasamayo»: el pasajero de un bus revive constantemente en sus sueños el choque que sufrió en la carretera y la consecuente caída al abismo, tragedia de la que sobrevivió. No son solo recuerdos, sino viajes temporales, por los que procura de muchas maneras salvar la vida de más personas o de, al menos, brindarles información del futuro que ellos, fallecidos, nunca presenciarán. Este es de los mejores relatos en tanto que utiliza tópicos conocidos de lo fantástico en un contexto particular, el de los viajes por la sierra andina, de modo que no se siente que sea una mera copia de los viajes en el tiempo; tiene un estilo propio.
  • «El ekeko»: en la familia de Tadeo existe una tradición peculiar. Cada generación transmite al primogénito de la siguiente un ekeko, figurita de barro rechoncha repleta de regalos, para que pueda cumplir sus deseos durante intervalos distintos de años, uno por ocasión. Cuando el joven lo reciba de su padre, sabrá también de las dos condiciones, que consisten en no pedir otros deseos fuera de los años que le correspondan y hacerle fumar dos veces por semana. A diferencia del anterior cuento, este utiliza un elemento clásico de la cultura del altiplano andino no solamente a nivel anecdótico, sino un tanto profundo, pues son ciertos detalles de la época contemporánea nuestra que colocará al protagonista en un conflicto hacia el final. Es así que tradición y contexto histórico se conectan perfectamente.
  • «Suyos libres»: ¿cómo sería el Perú del siglo XXI si los españoles no hubieran conquistado a los incas? En pocas páginas, se presenta una situación muy interesante, la ucronía donde el heredero del Tawantinsuyo pretende declarar un plebiscito con el fin de liberar a los cuatro suyos y eliminar la monarquía, de acuerdo a nuestra época donde predominan las democracias en el mundo occidental. Aunque el final me parece un sinsentido por la decisión de cierto personaje, todo lo demás se halla bien presentado, y tan solo en un relato, pues normalmente estas tramas se desarrollarían en novelas por su potencial histórico y narrativo.
  • «Redecorter»: de mis preferidos del libro. Un preso sentenciado a muerte reza a cualquier dios y pide fervientemente retroceder en el tiempo para evitar cometer los mismos errores y crímenes… y su anhelo se cumple; el tiempo fluye hacia atrás. Disfruté la historia desde el inicio, más aún durante el desarrollo de esa temporalidad inversa, y el final corona un ejercicio lúdico muy bien ejecutado. De hecho, hay un secreto en el título del relato.
  • «El fin del mundo»: la sociedad humana se halla en pánico debido a que el mundo se acabará, y el protagonista vive esos últimos días observando a los demás, sus reacciones, y sufriendo por el rechazo de su expareja. El final puede resultar extraño durante la primera lectura y hasta soso, pero las implicancias psicológicas, sencillas, pero firmes, del que al fin de cuentas es el personaje principal vuelven a ese cierre en un acierto. Si es el fin del mundo, ¿qué es lo realmente vital para uno?
  • «Despidiendo al abuelo»: un abuelo se encuentra a punto de morir. Por ello, su familia le organiza una fiesta de despedida mientras él reniega y recuerda cómo era la vida antes del nuevo sistema, por decirlo de alguna manera, ecopolítico. Es uno de los mejores cuentos del libro no solo por la premisa, sino por la breve exploración psicológica del protagonista que, a su vez, sirve al lector para conocer un poco más de esta sociedad distópica.

En total, 7 relatos pertenecen a la ciencia ficción y la mayoría al ámbito netamente fantástico, a excepción de un par que se acercan más a la literatura del absurdo y el surrealismo. Y el resultado final es el de un libro con una predominancia de cuentos buenos y muy buenos y, en menor medida, de algunos regulares con tan solo uno de poca calidad. No es para nada un mal resultado para un libro de cuentos, formato donde no es sencillo mantener la calidad sobre todo si no existe una o unas temáticas en común. En otras palabras, El ekeko nos muestra que su autor no es un novato.

Detalles técnicos:

Género: Fantasía, ciencia ficción

Editorial: Aletheya

Año de publicación: 2019

Nº de páginas: 121

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