22 Mar
Efectivamente, Robert Neville, eres una leyenda

Creo que existen novelas postapocalípticas al menos para dos tipos de lectores: a quienes les encantan estas historias, como quien escribe, y a quienes solo buscan una buena historia. En el caso de Soy leyenda, el libro se inscribe de manera perfecta en ambos casos. Y es que, si bien posee una importancia histórica para la literatura y la ficción en general en tanto que establece las bases para las historias apocalípticas modernas, especialmente aquellas con zombis, su calidad es suficiente para haber conseguido el estatus de clásico.

Richard Matheson lo publicó en 1954, mientras que la película de Romero, The night of the living dead, se estrenó en 1968, de modo que tanto por fechas como por declaraciones del propio cineasta el clásico vampírico fue crucial para la película y, en consecuencia, para la creación del zombi moderno en su faceta apocalíptica. Es en cierta medida, por ello, que se instauró como el renovador del vampiro como personaje alejándose de la tradición gótica y en consonancia con la ciencia ficción, género ya establecido y en su Edad de Oro durante aquellos años. Se podría abordar de manera más amplia la relevancia de esta obra con respecto a sus antecesoras y como influencia para las posteriores, pero basten esos puntos para pensar en ello. Ahora bien, ¿por qué el libro es tan bueno?

Richard Matheson

 Trama 

La acción se sitúa en Los Ángeles cinco meses después de la catástrofe, durante 1976, y dura hasta 1979. Robert Neville es el superviviente de una guerra bacteriológica que provocó la muerte y transformación del resto de la población humana en vampiros. En pocos días la civilización colapsó y él perdió a su esposa e hija. Ahora, en soledad, se atrinchera en su casa rodeándola de ajos para evitar la entrada de las criaturas, quienes intentan matarlo todas las noches. En un mundo acabado, la monotonía domina su vida mediante una rutina constante, que consiste en asesinarlos durante el día con estacas y en beber whisky cuando se halla a salvo, motivado por la depresión. 

Tal premisa, al menos para la época, es sumamente interesante en tanto que populariza la estructura narrativa de las historias postapocalípticas de supervivencia: el fin de la sociedad, personajes sobrevivientes e intentos permanentes por seguir vivo. Pero el motor que consigue hacer avanzar a la trama es la investigación del protagonista sobre esta nueva realidad: ¿por qué las personas se transformaron?, ¿por qué algunos objetos pueden asesinarlos?, ¿se puede encontrar alguna cura? Si se observa la novela desde un panorama general, el nudo consiste en una instauración plena de la ciencia ficción no solo porque el inicio presentó tópicos usuales en el género, sino porque las decisiones de Neville y, por ende, la consecución de las escenas se asemeja al método científico. Él prueba, falla, enmienda y acierta. Solo por esta lógica casi toda la trama es movida gracias a su intervención, hecho cuyo mérito radica en que sobre sus hombros pesa prácticamente toda la novela. 

Además, la peculiaridad del libro es su ausencia de un objetivo definido o, mejor dicho, del mantenimiento de un blanco al cual llegar. Sí es cierto que solo con la supervivencia del protagonista podemos conocer este mundo, pero la escasa esperanza que tiñe su atmósfera no la convierte en dependiente de un camino del héroe disfrutable, sí, pero no muy renovador. Por esto, cada acto cotidiano y simple consigue un peso dramático y narrativo que autosustenta el interés por una historia que, bajo otra perspectiva, podría parecer aburrida. Por ejemplo, cuando Nevillle ve cómo un vampiro se evapora al clavarle la estaca se produce una acción importante en tanto que, sin una meta a la cual llegar, el pequeño descubrimiento del protagonista se vuelve importante para comprender su psicología y la composición del nuevo mundo. Si la meta fuera hallar a unas personas determinadas y llegar a Canadá, por mencionar un lugar, entonces tan solo sería un detalle accesorio en ese camino. 

Escrito lo anterior, esa lógica del método científico sí nos ofrece algunos momentos claves: 1) la verdad sobre las estacas, 2) el porqué del uso del ajo como arma antivampiro, 3) el causante de la enfermedad vampírica, 4) la posible existencia de otros seres vivos supervivientes. Recalco, todo esto con un único protagonista. 

Mas la originalidad no solo se halla en el enfoque de la historia, sino en el abordaje de sus temas. Ya varios deben conocer el siguiente fragmento o su significado en el libro: 

Yo soy el anormal ahora. La normalidad es un concepto mayoritario. Noma de muchos, no de un solo hombre. 

Esas palabras aparecen en el clímax. Eso quiere decir que, para llegar a esa conclusión, el resto de la trama tuvo que seguir una serie de pasos hasta llegar a ella en caso la obra fuera coherente. Y lo es. El giro en el tratamiento de los vampiros no solo se produce en el traspase de lo fantástico a la ciencia ficción, sino en la construcción paulatina de la concepción del monstruo. En el siguiente apartado profundizaré un poco más sobre la ideología de Neville, pero, a grandes rasgos, en el inicio y desarrollo los hematófagos son observados como los enemigos, los monstruos a los que derrotar para asegurar la vida. Sin embargo, un giro de tuerca en el punto más álgido provoca que el protagonista sea consciente de esa afirmación, sabida de manera implícita, pero que no llegó a ser motivo de reflexión. Al fin y al cabo, otros asuntos apremiaban su atención. 

Un detalle más: los flashbacks. Mediante el regreso al pasado podemos conocer los primeros días del apocalipsis desde la intimidad del protagonista y de esa manera comprender lo que perdió personalmente, aparte de sus dinámicas en sociedad. De esta manera, simple y sencilla, se genera la nostalgia en los capítulos inclusive cuando no se realiza hincapié en el pasado, pues cada escenario urbano ya en desuso —supermercados abandonados, calles solitarias— recuerda a esos días antaños de modo implícito en esas escenas de búsqueda de recursos. Y esa nostalgia se extiende de manera paulatina, silenciosa, hacia los vampiros, en tanto que en algún momento fueron humanos, hecho del que él es consciente. 

Primera portada de 1954

Personajes 

Como Robert Neville es el único protagonista, prefiero desglosar aspectos relevantes de su personalidad para comprenderlo mejor. En otras palabras, es un personaje complejo y rico en matices, de los más interesantes que he conocido en el género. 

  • Compasión: en su día a día en medio del fin y durante los primeros meses, se dedica a reducir la cantidad de vampiros utilizando estacas. Gracias a que durante el día ellos están inactivos los caza a la vez que, cada ciertos días, se reabastece de productos básicos. Sin embargo, no es un asesino a sangre fría e inclusive eliminarlos le puede ahogar en pena y ansiedad, especialmente al tratarse de mujeres y niños. Conforme transcurren los años, su empatía parece transitar a un segundo plano en tanto ya procura acostumbrarse a su nueva vida, pero gracias al clímax y desenlace se da cuenta de que es capaz de sentir simpatía por ellos. Al fin y al cabo, considera que son víctimas del desastre.
  • Curiosidad científica: casi toda la trama sucede por la corroboración que realiza de sus creencias sobre los vampiros. No le basta con observar que algunos elementos como los ajos y las estacas le sirven para repeler o eliminarlos, sino que se esfuerza por conocer las causas de dichos efectos. Es así que inclusive empieza a investigar libros sobre bacteriología y se consigue un microscopio para poner a prueba sus suposiciones mediante muestras de sangre. Ahora bien, su actitud obedece no solo a su curiosidad, sino, sobre todo, a su necesidad de despejar su mente, su angustia, y concentrarse en alguna ocupación.
  • Depresión: por su estilo de vida, se nos da a entender que era un sujeto de clase media y con una vida tranquila. Cuando sobreviene la pandemia, su familia fallece, pero su esposa se transforma y se ve obligado a matarla de nuevo con una estaca. Ambas pérdidas —dimensión familiar y dimensión social— lo mantienen en un estado permanente de soledad tanto física como espiritual por el estrés postraumático. Por esta razón beber whisky se convierte en una manera de concentrarse en su propio dolor, como si se envolviera en una capa psicológica, y rozar la autodestrucción; no es raro leerlo en sus múltiples borracheras.
Existe una adaptación cinematográfica española de 1967

Forma 

La historia transcurre desde 1976 hasta 1979 y se divide en cuatro partes, repartición que permite vislumbrar la transformación psicológica de Neville en consonancia con sus descubrimientos científicos. Visto desde su simpleza, resulta acertada esta temporalidad segmentada que salta de año en año, ya que ante un mundo postapocalíptico pero monótono sería inútil mostrar o todas las vivencias del protagonista o condensar su catarsis en, digamos, un solo año, como si en tan poco tiempo él pudiera abandonar su mero instinto de supervivencia para generar una empatía verdadera con los vampiros. 

El estilo escritural es simple, no simplón. Los momentos de pausa sirven para profundizar en la mentalidad de Robert y en la explicación técnica sobre sus hipótesis, experimentaciones y resultados. No recuerdo algún detalle descuidado acerca de la fisiología de los chupasangres, por supuesto, todo dentro de las licencias permitidas por la ciencia ficción. De todos modos, si bien Matheson no experimenta demasiado con la estructura de sus oraciones, sí consigue algunos momentos de alta carga poética, lo cual contribuye a la creación de esa atmósfera que mencionaba en el apartado de trama. 

Soy leyenda resulta ser una obra sencilla de leer, empero rica en contenido por trama, personaje y aspectos formales. Son de esas novelas que bien pueden llevar la etiqueta de «apta para todo lector» con cualquier nivel de experiencia en la lectura. Tal vez la impresión inicial pueda ser un tanto fría, sí, pues los hechos mostrados son cotidianos más allá del contexto trágico. Pero conforme avanzan los capítulos el autor le da un sentido a ese pequeño mundo íntimo inserto en uno vasto y devastado, y es de esa manera como el título cobra sentido al llegar al final: que una sola persona en el fin del mundo puede convertirse —como me hiciste lagrimear, Neville— en una leyenda. 

Sección spoiler: El perro y Ruth 

Sin peligro de malograrle la historia a nadie en este extra, vamos a comprender un poco más sobre la importancia de cada parte con respecto al desarrollo del protagonista. Cada uno de los cuatro presenta hechos importantes sobre los que giran los demás o que sirven como un punto de giro más en el devenir de la historia. 

En el primero, poco tiempo tras el apocalipsis, Robert consigue apenas sobrevivir refugiado en su casa; aún es ignorante de la fisiología de los vampiros y actúa según sus creencias, como decía antes, por ejemplo, usando estacas. En el segundo, ya con mayor comodidad, pues aisló su hogar del sonido externo que tanto lo perturbaba (los gritos de las criaturas), puede empezar a vivir de nuevo y dedicarse a la experimentación científica, actividad que le exigía esfuerzo y concentración (carecía de ambos en la anterior parte). Además, descubre a un perro aún con vida. Este hecho significó dos consecuencias para él: hay especies animales aún con vida y tal vez pueda romper su soledad. Sin embargo, el pobre can muere luego de algunos días y con él una posibilidad de cambiar su situación emocional, pero logra descubrir la vulnerabilidad de los hematófagos y, motivado por eso, decide encerrarse en sus investigaciones. 

Entonces, aparece Ruth. Las dos últimas partes se hallan conectadas por este nuevo personaje y explora una de las mayores interrogantes en este mundo: ¿hay otro superviviente humano? Si bien lo anterior ya era bueno, son estos capítulos los que alcanzan el mayor grado de calidad en la obra. En la tercera parte, Neville la acoge en su casa a pesar de las reticencias de la chica y falla en sus intentos por establecer relaciones sociales; tras mucho tiempo solo, ya no sabe ser ni parecer amable. Esta sección concluye con el descubrimiento crucial para él y la trama: algunos vampiros cobraron consciencia debido a la mutación de las bacterias y están formando su propia comunidad. Ahora él es una amenaza para ellos y desean eliminarlo. En la cuarta, decide rendirse y ser capturado, pero su desidia tambalea al ver cómo asesinan a sangre fría a sus congéneres irracionales, y es aquí cuando siente simpatía por estos últimos y un temor/desprecio por los otros. No obstante, en el desenlace cambia su cosmovisión al percatarse de que son ellos quienes le tienen miedo y reflexiona, en sus últimos momentos de vida, sobre la concepción de la normalidad y el cómo ahora él era el anormal y la leyenda. Resulta ser un momento cumbre en tanto que la frase legendaria no proviene solo de las últimas escenas, sino de todo el desarrollo previo. Robert Neville lo fue de inicio a final. ¿El añadido? Que tomara consciencia de ese hecho como una epifanía sobre su nueva vida y, a la vez, como su triunfo sobre el anonimato al cual creía estar condenado. Y nosotros, los lectores, de la misma manera.  

Detalles técnicos:

Género: Ciencia ficción

Editorial: Minotauro

Año original de publicación: 1954

Año de la presente edición: 2018 (incluye el guion cinematográfico de Matheson que no se ha adaptado) 

Nº de páginas: 332

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