28 Feb
Barranquilla 2132 o la Latinoamérica del presente

Hay novelas como la de José Antonio Osorio que en una simple lectura no tienen mayor valor que el histórico en nuestros días. Ambientada en una Colombia del siglo XX, el autor de La casa de vecindad incursionó en la ciencia ficción utópica/distópica en su propio estilo, debido a que es muy conocido por su producción de carácter político. Sus libros abordaban problemáticas de su época, como el Bogotazo, por lo cual no es de extrañar que su obra futurista participara de dicha poética. Y tiene una alarmante semejanza con nuestro presente. 

La historia conecta los siglos XX con el del título mediante la explosión de un edificio, debajo de cuyos restos se encontraba un colombiano criogenizado desde 1932. Auxiliado por dos periodistas y algunos doctores, la trama desarrollará el choque de visiones de mundo entre el protagonista y la nueva sociedad con un tratamiento más polémico y conflictivo que Lima de aquí a cien años y utopías semejantes. 

José Antonio Osorio Lizarazo

Trama 

Cerca del río Magdalena acaece la explosión del recinto, al cual llegan los periodistas de El Sol, J. Gu, y La Hora, de M. Ba, además del famoso doctor H. Var y los policías locales. Son estos últimos quienes encuentran el ataúd de plomo con el cuerpo de Rogers o el hombre del siglo XX. Debido a que han ocurrido accidentes similares en otras partes del planeta, se sugiere que puedan ser acciones criminales conectadas. Y es con ayuda de Var que el sujeto se recompone de manera paulatina tras sus doscientos años de sueño inducido. 

Si nos atenemos a una estructura narrativa, hasta el anterior párrafo les presenté los dos primeros capítulos, es decir, el planteamiento (explosión del edificio) y el detonante (hallazgo del cuerpo) o lo que suele presentarse en una sinopsis. El siguiente avance en el desarrollo de la trama es el primer punto de giro, aquello que nos guiará hacia el conflicto central: la perspectiva de Rogers ante la sociedad futura. Gracias a su interacción con los periodistas y el doctor, en especial con J. Gu, se nos revelará no solo cómo es la Colombia de ese siglo, sino cómo se llegó hasta esa situación. El esfuerzo por establecer un panorama relativamente completo es un buen punto a favor de la novela. 

Ahora bien, su gran problema recae en la excesiva atención a ese primer aspecto sin algún punto medio o grado mayor de crisis. Rogers siente que no encaja en la nueva sociedad, interesante, pero ¿esto desencadena algún suceso relevante para la trama? Al menos para el desarrollo o nudo no y habría que esperar hasta el clímax y el desenlace para ver cuál es la decisión del protagonista. En otras palabras, la historia queda en un segundo plano y se priorizan las reflexiones sociales y políticas que propician este tipo de viajes hacia el futuro para criticar o valorar algún aspecto de la sociedad en el que vive el autor. Por esta razón el libro podría aburrir a quienes busquen emociones fuertes o intrigas… Bueno, sí, la sospecha de que haya una mente detrás de las explosiones mundiales sirve para regresar a la historia, pero casi hacia el final. 

De todos modos, me parece interesante el planteamiento ideológico del libro, e inclusive la lucha entre ideologías sugeridas en algunos momentos. Me explico. Las utopías pueden servir para ser usadas por los autores como vehículos de transmisión de sus propias ideas sobre cómo debería ser la sociedad (el ejemplo paradigmático en Perú es Lima de aquí a cien años), pero aquí no se defiende en todo momento una postura a favor de las ideas del protagonista, quien parece ser la voz del autor. 

Muchas costumbres del siglo XX han desaparecido en el futuro de la trama. El amor romántico ya no existe y las relaciones no dependen de los sentimientos, sino de las utilidades que puedan otorgar a cada persona. La mujer ya no es el «ángel del hogar», sino un individuo independiente con la capacidad de ejercer los mismos oficios que el hombre. La superpoblación no existe debido al control de la natalidad por parte de los médicos, quienes determinan a los sujetos aptos para reproducirse. Asimismo, esta tarea depende de los doctores de cada ciudad, ya que no hay países, solo ciudades independientes. La alimentación ahora es considerada como una actividad privada, similar a ir al baño. Y uno de los cambios más importantes para Rogers es la pérdida de la curiosidad y del entusiasmo, tanto que la atención que provoca su aparición se diluye para el público con el pasar de los días.

Inclusive, la reflexión política no solo es importante para la época del autor, sino para la nuestra. Particularmente, se incide sobre la democracia como tipo de régimen y el congreso. En cuanto al primer tema, el protagonista menciona que en su época: 

El ejercicio del sufragio se convirtió en el negocio más inmoral. Los votos se compraban y se vendían. La intriga ejercía pasión sobre las multitudes. Las agrupaciones políticas que, dentro del mismo principio democrático encarnaban tendencias adjetivas, establecieron una constitución íntima de directorios, por medio de los cuales obligaban al pueblo a consignar su voto. […] El señor había sido reemplazado por una entidad compuesta y anónima: pero el pueblo debía rendir homenaje. No, en realidad, no existía una diferencia apreciable entre el régimen feudal y el llamado democrático. 

El personaje, o acaso el propio Osorio, apunta la farsa de la democracia en tanto que la supuesta diversidad de partidos políticos no sería más que una triquiñuela de un grupo reducido de personas. Teoría de la conspiración o historia verdadera, lo cierto es que estas palabras aparecieron en 1932, y tal vez no te suenen tan ajenas, lector. 

Por su parte, el congreso funcionaría gracias al pan y circo

Se expedían algunas leyes, que el poder ejecutivo, la otra rama de la administración pública, se negaba a cumplir bajo cualquier pretexto. Casi todas eran absurdas o inconvenientes. Pero lo esencial era hablar. Hablar mucho, continuamente, sin descanso, horas y horas. Desde luego, dentro de tan prolongadas exposiciones se incluían muchas tonterías. Pero el público satisfecho con esta demostración de vitalidad en un cuerpo que él mismo presumía de haber creado, aplaudía el espectáculo. 

Un detalle interesante de la crítica política es que no solo se enfoca en el nivel político, sino social, y de modo activo. El personaje reniega de la farsa de su democracia, el cual devenía en una entidad parlamentaria vana con proposiciones absurdas y en una disputa constante con el ejecutivo. Pero, sobre todo, todo ello es una fachada para la novela, y a riesgo de caer en la opinión obvia, también para nuestra Latinoamérica del XXI.

También la nueva cultura es criticada de manera negativa en cierta medida, sobre todo en lo que respecta a la falta de creatividad y curiosidad intelectuales, pero no ocurre lo mismo con el tema de la mujer. Sí, la antigua mujer era objeto de inspiración para el arte y en el futuro ya no lo es, pero las mayores libertades generan cierto conflicto cuando la voz del futuro, el periodista Gu, razona aquello que seguramente debía mejorarse en la sociedad del siglo XX para el discurso que el libro va asumiendo. Aunque para nuestros días pueda considerarse conservadora, no me parece que la novela sea una defensa reacia a la vieja cultura y las costumbres; si se desea, puede ser un conservadurismo moderado, con el interés por algunas libertades individuales.

Carrera del Progreso a inicios del siglo XX, en donde se halla el edificio Correa, cerca de donde se encontraba Rogers en estado de criogenización. Fuente: Scielo

Personajes 

Este es el punto más flojo en tanto que los personajes son planos y sirven para la exposición y debate de ideas. No quiere decir esto que no llamen la atención por todo lo que mencioné en el apartado de trama, pero hablan más y actúan poco. Por cierto, los del siglo XX tienen nombres abreviados porque la nueva cultura simplifica la vida cotidiana, incluyendo el nombramiento de las personas. 

  • Juan Francisco Rogers: el protagonista y, a mi parecer, el mejor de todos en el libro. Es doctor de profesión y decidió criogenizarse para experimentar con su cuerpo y la técnica, de modo que su despertar no fue premeditado durante sus planes. Es el reflejo de la cultura antigua para la historia, un hombre cercano a los ideales del Romanticismo como la apreciación de la belleza femenina y de la creatividad artística, aparte de las relaciones afectivas entre ambos sexos. De hecho, más que el choque entre la vieja y la nueva política, es el nuevo sistema sentimental el que termina por angustiarlo durante su paseo por la ciudad en una suerte de avioneta. Es más, su comportamiento en el tramo climático y el desenlace es el momento más bello de la obra.
  • Doctor H. Var: un doctor del siglo XXII que ayuda a la recuperación de Rogers. Su auxilio no es desinteresado, ya que lo toma como un objeto de estudio. Representa esa frialdad del futuro más que cualquier otro personaje.
  • J. Gu (Jorge Gutiérrez): uno de los periodistas. A pesar de que se encuentra inmerso en la cultura de su época, es decir, que halla innecesarios tantos formalismos y costumbres de antaño, es capaz de escuchar a Rogers. El diálogo de ambos nos revela el contraste entre ambos tiempos y su interacción constituye la mayor parte del libro. Además, ayuda al protagonista a conocer ese nuevo mundo mediante un viaje por Baranquilla, y así se muestran algunos lugares conocidos para los colombianos del siglo XX, y tal vez de hoy; no se desarrolla demasiado este último punto.
  • M. Ba (Manuel Barreto): de los dos periodistas, es el menos importante. De hecho, su papel es más el de un acompañante de J. Gu que el de un personaje con algún papel activo.

 Forma 

Dividido en números romanos, se compone de quince capítulos. Cada uno no es tan extenso, sino que varía entre seis a doce páginas, aproximadamente, de modo que no resulta complicado mantener el ritmo de lectura. O al menos esta característica no es un problema. 

Como abordé en la sección sobre la trama, es una novela de ideas más que una centrada en las acciones. Si bien al inicio hay una historia que avanza y cambia de escenarios y escenas, cuando se llega a la conversación entre Rogers y J. Gu los parlamentos son extensos y pueden abarcar varias páginas enteras por cada intervención. Sí se plantea tensión en las voces del diálogo según las perspectivas de los personajes, pero en realidad parece que fueran utilizados sobre todo para exponer la ideología del autor sobre la sociedad y la política. 

Entonces, ¿es una mala novela? Creo que no del todo si se le analiza desde el punto de vista semántico, de las ideas. Más aún, a nivel histórico es un libro clave para rastrear y reconocer la transformación de la ciencia ficción latinoamericana. Al fin y al cabo, caben preguntas por su aparición, tales como ¿el autor leyó las utopías del siglo XIX y quiso advertir de, para él, los peligros de un futuro tecnológico y no humanista? ¿Por qué el tema de la manipulación biopolítica sobre la natalidad era importante para cierto sector de los literatos, puesto que en el mismo año de publicación apareció Un mundo feliz, de Aldous Huxley? Temas universales, preocupaciones locales.  

Detalles técnicos:


Género: Ciencia ficción

Editorial: Laguna Libros

Año original de publicación: 1932

Año de publicación: 2014

N° de páginas: 84


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