18 Jan
RESEÑA: Rendición, de Ray Loriga

No es la primera vez que leo un premio Alfaguara. En su momento compré El mundo de afuera, de Jorge Franco, y me pareció un libro muy bueno sin ser excelente. Lo menciono pues la presente novela ganó el mismo premio, pero en 2017, y aunque a primera vista no lo percibí como una historia de ciencia ficción sí que me sorprendí cuando leí de manera más detenida su sinopsis, y luego todo el contenido.

Porque sí que Alfaguara ha publicado algunos textos de ciencia ficción, al igual que otras editoriales, aunque en la promoción de estos títulos no suele remarcarse el género (como en Orbis o La Factoría de Ideas). Rendición ganó debido a ser una “Una historia kafkiana y orwelliana sobre la autoridad y la manipulación colectiva, una parábola de nuestras sociedades expuestas a la mirada y al juicio de todos” según el jurado, compuesto por Juan Cruz, Samanta Schweblin, Elena Poniatowska, Eva Cosculluela, Marcos Giralt, Andrés Neuman, Pilar Reyes y Santiago Roncagliolo. Pero, como se verá a continuación, tiene más de Aldous Huxley que del propio Orwell, y sin tantos méritos como esos autores clásicos.

Trama

Una pareja vive sola en una nación afectada durante años por la guerra, una lucha de la cual se desconoce su origen y sus porqués. Su hijo partió al conflicto y ellos siguen esperando que algún día pueda volver. Sin embargo, unos enviados del gobierno informan a todo el pueblo que deben partir hacia la ciudad transparente, un lugar protegido de las desgracias externas y en donde todas las paredes, suelos y techos exponen a las personas, inclusive si se encuentran desnudos o realizando sus necesidades fisiológicas; ya saben.

Aunque hay cierta apariencia utópica en tal ciudad, en su conjunto estamos frente a una historia distópica en donde los ciudadanos se encuentran separados entre sí debido a la falta de noticias, pues los medios de comunicación han sido prohibidos. Y dentro de la nueva ciudad las personas transitan de un estado inicial de pánico a uno posterior de alegría. Se asemeja a Un mundo feliz, de Huxley, justamente porque las personas controladas aceptan de manera voluntaria y contenta el control de sus propios cuerpos y emociones. El cómo ocurre es un spoiler, pero en ese sentido las palabras del acta de jurados empieza a fallar. Acierta sí en el lado kafkiano en tanto que la historia trae una constante percepción de la derrota, de la imposibilidad de enfrentarse a fuerzas más allá de nuestro control como el poder político frente a la subjetividad personal. El tratamiento de ese tema se aborda de manera interesante por la perspectiva plasmada en el protagonista, en el devenir de los sucesos al final y por algunas frases relacionadas. Pero aquí acaba lo bueno.

Si juzgamos la trama, pierde. No sé si la idea de una ciudad transparente es novedosa o no, pero sí que tiene mucho potencial dentro de una distopía. Sin embargo, la estructura general es pobre si se considera la cantidad de páginas otorgadas a los siguientes segmentos: antes del éxodo – éxodo – ciudad transparente. En ese orden se desenvuelven los acontecimientos, siendo el tercero el principal atractivo. Pero recién casi en la página 90 los protagonistas llegan allí tras un viaje o éxodo con páginas demás. Y cuando ya llegan la narración pierde más en la descripción de la ciudad que en sucesos relevantes que por sí mismos nos muestren el lugar. No es que no ocurran hechos importantes, pero son pocos los que realmente otorgan una tensión necesaria para sostener 200 páginas de distopía. Salvo por esa ciudad, podría ser un libro más de este tipo.

Ray Loriga en la premiación de Alfaguara 

Personajes

Casi nadie tiene nombre propio, salvo el niño “adoptado” de la pareja principal. Es curioso, pues generalmente esta estrategia sirve para quitar personalidad a los personajes y aquí más bien hay un enfoque intimista al menos del protagonista. Por eso pienso que esta falta de nombres favorece una caracterización general de derrota, como si los sujetos aquí fueran seres sin ningún sentido del futuro que no tienen la necesidad de ser nombrados. Y sí que su futuro es incierto.

- Señor: no se suele nombrar así, pero queda para diferenciarlo. Fue el capataz del hogar de la señora cuando su esposo aún vivía. Tras su muerte, ambos se enamoraron y pasó a ser el jefe de las tierras, concibiendo dos hijos. Está acostumbrado a los trabajos físicos, a la caza y a la exploración de los lugares abiertos y en general a cualquier suceso u objeto que le provoque curiosidad, cualidad que le otorga cierta motivación fuera y dentro de la ciudad transparente. A veces se siente distante de su pareja por no tener el mismo bagaje cultural, pero no suele ser más que una preocupación pasajera hasta cierto suceso.

- Señora: vivió durante algunos años con una pareja mayor que ella, hasta que falleció y se enamoró del “señor”. Sus dos hijos, Augusto y Pablo, se fueron a la guerra y ellos se quedaron solos aunque felices por su relación. Aparte de los dueños del agua, en su pueblo son las personas más acomodadas por lo cual a veces sufren algunas murmuraciones, pero les resta importancia. No es petulante con su esposo aunque tenga un mayor bagaje cultural que él.

- Julio: fue un niño que llegó de manera repentina a la casa de los protagonistas, quienes lo cobijaron por lástima. Aunque parece que puede hablar, siempre se mantiene en silencio. Cuando tienen que ir al nuevo lugar, los señores deciden colocarle un nombre y una historia ficticia para evitar conflictos, y es así que se queda con el nombre propuesto por el señor; existe una preferencia especial mutua. También es muy inteligente y perceptivo, además de talentoso para las figuras y los dibujos, por lo cual obtiene grandes elogios en la ciudad transparente.

Forma

Y aquí surgen mis otros conflictos con el libro. Pero veamos. Tiene 3 partes que divide de manera clásica la trama: inicio, nudo, desenlace; sin novedad. Sin números, los capítulos se dividen de manera obvia por cambios de página entre uno y otro, así como los subcapítulos en cada uno por espacios en blanco. Todo bien.

Los problemas yacen en el estilo del autor. Como el narrador es primera persona y desde la perspectiva del “señor” existe un matiz derrotista, un poco perdido y meditabundo, se entiende que la narración sea cortante por momentos, con algunas sucesiones de acciones que reflejen cierta atmósfera gris inclusive dentro de un espacio supuestamente feliz como la ciudad transparente. Sin embargo, el recurso satura la escritura. La fluidez sufre por un estilo como éste cuando no es bien controlado, y por varios momentos se le va de la mano.  

Aun así, lo anterior no es tan problemático como el inicio del libro, cuando las reflexiones, aunque interesantes, parecen pequeñas pastillas reflexivas como si bordearan la autoayuda aun cuando no tengan esa intención. Un ejemplo de la mezcla de ambos defectos:

El agua hierve, la tetera heredada con su funda de punto, las últimas bolsitas de té… Lo poco que nos queda hierve y se protege y continúa. Algo se muere y vive entre nosotros, algo que no tiene nombre y que decidimos, con muy buen criterio, ignorar. La pasión ignora la mala suerte, o muere. Hemos tomado decisiones; no estar solos es una de ellas. Querer es renunciar a cualquier demonio que nos diga que no querer es posible.

Una contradicción ocurre con la narración del protagonista. Si él no tiene un gran bagaje cultural y más bien tiene un estilo coloquial por su anterior forma de vida, ¿por qué utiliza muchos términos refinados y en oraciones a veces muy cuidadas? Podría explicarse por la educación que la señora le brinda, pero de todos modos no deja de plantear al menos la duda sobre si es una licencia literaria o un descuido.

Autor: Flavio Mattos

A pesar de todo, Rendición no es una novela pésima. Tampoco es muy buena y no renueva demasiado el tipo de novela distópica, pero sí plantea temas interesantes como la del título, la pérdida de la personalidad y la familia, todos ellos en época de guerra. Lo podemos resumir en “pudo ser mejor, pero también peor”. Eso sí, para premio no es suficiente.

Detalles técnicos:

Género: ciencia ficción

Editorial: Alfaguara

Año de publicación: 2017

N° de páginas: 210

 

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