18 Aug
RESEÑA: Hombres-lobo

La situación entre esta criatura y el vampiro parece ser una situación de espejos y reflejos opuestos: mientras es sencillo encontrar ejemplos populares del chupasangre en la literatura, con el hombre lobo ocurre algo similar, pero en películas. Al menos se suele hablar más de DráculaCarmilla o El vampiro de Polidori que de una o unas novelas de la otra criatura. Por eso, cuando se publicó la presente antología de Penguin Clásicos me pareció casi necesario conseguirlo.

Y tiene valor histórico. Salvo para quienes dominen la historia del hombre lobo en la ficción, para el común de los mortales es difícil identificar escritores clásicos involucrados en la creación de la criatura. Es así que en este libro podemos tener un vistazo de lo producido entre el siglo XIX y el XX en cuanto a relatos, todos ellos ambientados en zonas campestres con el correr del viento, la noche propicia y la casi infaltable luna llena.

Según Juan Antonio Molina, editor de la antología, existen numerosos cuentos sobre hombres lobo en la literatura clásica. Al elegir cuatro de ellos en esta ocasión se propuso mostrar aquellas historias no tan conocidas por ser difíciles de encontrar en un libro traducido al español. La única excepción realizada es con el texto inicial; sería “imperdonable” no incorporar a un primordial en este campo, nuevamente según sus palabras en el prólogo.

Frederick Marryat, autor de "El lobo blanco de las montañas Hartz"

Y ahora sí, los cuentos. Los autores elegidos son Frederick Marryat (Inglaterra), Sutherland Menzies (al parecer también Inglaterra), Peter Fleming (Reino Unido) y Claude Seignolle (Francia). Si bien existen particularidades, se puede trazar algunas semejanzas entre todos sus textos. Por ejemplo, el hombre lobo de turno es un marginado y se encuentra siempre en situaciones trágicas, no paródicas ni sarcásticas, en un estilo gótico clásico o similar. En dichas tragedias suelen haber víctimas, pero en tres de los cuatro aparece el deseo de venganza por parte de alguien cercano al asesinado, lo cual suele conducir al clímax. Y todos se producen lejos de la ciudad para construir mejor ese paisaje de misterio y oscuridad lejos de los faroles, la iluminación y el gentío. Ahora, las particularidades:

  • “El lobo blanco de las montañas Hartz” (Frederick Marryat): Philip y Krantz se encuentran en pleno viaje entre islas, cuando el segundo decide contarle a su compañero la horrible historia de su infancia y de su familia. Él y sus hermanos huyeron lejos de los pueblos hacia una zona gélida debido a que su padre decidió escapar de un posible juicio tras asesinar a su esposa por encontrarla en plena infidelidad. Los días transcurrirán y la vida no será muy hogareña, sobre todo para la pequeña hermana. La situación se tornará más peligrosa tras dos encuentros, uno del padre con una loba blanca, y otro de la familia con otras personas llegando a su hogar para pedir refugio, ya que una bestia acecha el lugar. Es el mejor relato de los cuatro por tener una historia más sólida, con cada detalle suficientemente explicado; además, su ambientación se encuentra lograda. El único gran problema es su estilo de diálogo, un poco exagerado en cuanto a los sentimientos aún para el Romanticismo.
  • “Hugues, el hombre-lobo” (Sutherland Menzies): en un pueblo inglés, rodeado de un gran bosque, existe la familia Hugues, mal vistos por casi todos los pobladores debido a la creencia extendida de su supuesta naturaleza lobuna. Con el paso de los años, y tras desgracias, solo quedará vivo uno de ellos con el odio hacia la población por el maltrato hacia él y su familia, y aprovechará la oportunidad de vengarse y así convertirse en lo que no es y todos afirman que son, en un hombre-lobo. La premisa es muy buena y la versión de la criatura aquí tiene su originalidad, pero ciertas escenas en la segunda mitad le quitan verosimilitud al protagonista y algunos diálogos se encuentran mucho menos convincentes que en el anterior caso. Un dato curioso: se afirma que el autor es en realidad una mujer, Elizabeth Stone.
  • “La caza” (Peter Fleming): en la sala de espera de una estación de ferrocarril de Inglaterra, dos sujetos desconocidos se hallan. Uno de ellos, curioso por la naturaleza humana, decide contarle la historia de su tío ya que es cazador, tema que le interesa al otro tipo. Y aquella historia poco a poco adquirirá tintes macabros gracias a una maldición y unas huellas furtivas en el bosque. La construcción del misterio es paulatina y el inicio es muy distinto al del resto de cuentos, pero el final es un tanto predecible desde antes del clímax.
  • “El gâloup” (Claude Signolle): un grupo de vecinos criadores de ganado empezarán a ser afectados por los ataques constantes de una criatura al parecer antropomorfa. Por otra parte, esta vez el hombre-lobo se convierte en un narrador y podemos conocer desde su visión las ansias de hambre que lo llevan hasta los corrales de los habitantes. El hecho de que el licántropo ofrezca su perspectiva es de por sí llamativo, pero sus soliloquios resultan muy histriónicos y, por tanto, falsos, con poca naturalidad.  

Por todo lo anterior, te recomiendo leerlos sin esperar ficciones con muchas pretensiones temáticas o formales, como si desearas vivir esas experiencias de cuentos de terror contados en la oscuridad a la luz de una hoguera. De esta manera son mucho más disfrutables.   

Detalles técnicos:


Género: Fantasía

Año de publicación: 2018

Editorial: Penguin Clásicos

Nº de páginas: 144

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