El boom de editoriales independientes durante la segunda década del siglo XXI impulsó la aparición de narrativa no realista. Altazor, Torre de Papel, El Gato Descalzo, Trazos y muchos más lanzaron al público nuevos autores, tantos que a los lectores se nos escaparon de las manos, sobre todo a los reseñistas. Si bien volver a esos libros es una deuda pendiente, resulta tranquilizador que ellos aún sigan publicando nuevos títulos. No desaparecieron. Ese es el caso del autor del presente libro.
Daniel Collazos tiene en su historial a Necrópolis (2015), La heliofobia de M (2016) y la que tal vez sea su obra más conocida, Maga (2019). Aunque aún no los he leído para la fecha (diciembre de 2025), según sus sinopsis parece estar presente en su producción tanto la figura de la mujer como del erotismo en contextos fantásticos o criminalísticos. De ser así, Ente (2025) sería una reafirmación de la propuesta literaria del escritor, ya que aquí surgen esos temas, entre otros más.
El libro contiene once historias entre breves y un poco extensas que exploran la ciencia ficción y lo fantástico en situaciones truculentas. A su vez, están agrupados en dos partes: Ente I, con los relatos de ciencia ficción, y Ente II, con los fantásticos o sobrenaturales. El cambio de género puede resultar confuso en tanto el lector inicia con cierto tipo de textos y finaliza con otros totalmente distintos. Sin embargo, ante esa escisión me parece que sí hay algunos rasgos en común. Por ejemplo, la violencia en sus múltiples formas, ya sea entre sujetos o desde grandes corporaciones hacia los ciudadanos. También la reinvención de los tópicos de estos géneros; no solo los emplea en tramas ya leídas tantas veces, sino que los combina, los trastoca y los emplea con libertad. Otros rasgos no son transversales, pero sí notorios en algunos cuentos, como la presencia de personajes masculinos arrogantes contra las mujeres, la exploración desenfrenada del sexo y los finales con giros de tuerca verosímiles, no provenientes de elementos que no estuviesen presentes previamente en el relato.

Daniel Collazos
En cambio, los puntos flacos se hallan no tanto en las historias como en la escritura. Algunos momentos de los cuentos sobrenaturales pecan de diálogos estereotípicos por parte del monstruo de turno, como en “La cita” o “El rostro oculto”. También hay un uso constante del gerundio, rasgo que limita las otras posibilidades lingüísticas en reemplazo del mismo; además, a veces su empleo es incorrecto. Por ejemplo, en “la foto de olas del mar rompiendo en unas piedras” aparece como gerundio adjetivo, es decir, el reemplazo de una construcción que representa al adjetivo por el verbo terminado en ando; una opción es “la foto de olas del mar que rompen en unas piedras”. Estos detalles no perjudican toda la prosa, ya que se hallan localizados en pasajes específicos, pero sí son pequeñas piedras repartidas durante el libro.
Para no extenderme en elogios y aspectos positivos de los relatos, prefiero comentarlos uno por uno. Vamos primero por el menos destacable del conjunto.
- Perder la cabeza: la infidelidad de la pareja de Danilo lo motiva a tomar una acción radical contra el otro hombre, pero la situación se le saldrá de control cuando él y su primo se encuentren con algo perturbador. A diferencia de “La cita”, el terror aquí no se basa en lo desconocido. Al contrario, el agente del terror se muestra pronto en la historia y el clímax y desenlace consisten en un enfrentamiento contra aquello, estructura tradicional del cuento de terror del siglo XX, como algunos de Stephen King. El monstruo se conoce pronto; lo que sigue ya no sorprende. Por ello, es el cuento con menor fuerza.
Luego, tenemos los siguientes, todos muy buenos en general:
- Otros mundos: una piloto espacial murió durante una misión en la órbita de Júpiter, suceso que reúne a dos personas distintas, es decir, tanto a otra piloto que conoce una verdad oculta y la exnovia de la fallecida. En medio de secretismos por la sociedad distópica, vigilada por la IA OmnIA, la historia se desarrolla como una novela breve contenida en pocas páginas. No solo su extensión la vuelve densa a nivel de trama, sino por sus niveles narrativos o de subtramas: la narración de la piloto a la expareja y las dos misiones distintas en el espacio, uno de la protagonista, otro de la otra piloto. El problema que puede tener esta historia es el exceso de información o infodumping al momento de narrar el contexto social y tecnológico de este futuro. Sin embargo, Collazos consigue reducir la pesadez producida por este corte del ritmo narrativo al situar el pasado en un momento preciso del cuento, cuando realmente el lector necesita ubicarse para comprender el porqué del destino de las navegantes espaciales. En otras palabras, el cuento pudo ser innecesariamente lento y aburrido para una historia de misterio, pero, a cambio de sacrificar un poco la fluidez mostrada en los dos primeros cuentos, ofrece todo un mundo propio de relatos mucho más extensos.
- Alguien te observa desde la oscuridad: dos amigos que visitan un departamento por el interés de uno de ellos en comprarlo ingresan a un cuarto oscuro, tan oscuro que no se observa nada, salvo… No diré el giro de tuerca, por supuesto, pero sin duda me recordó al estilo de Daniel Salvo, quien también suele terminar sus relatos con algún elemento “sorpresa” que, así como en Collazos, ya estaba sugerido durante la historia. Sin llegar a la riqueza de los otros cuentos, es muy efectivo: cierra con una palabra precisa.
- La cita: un hombre mayor se encuentra en la casa de una compañera de trabajo joven, a solas, con el deseo de tener sexo con ella. ¿La barrera? Un dolor intenso de muela. Tanto como “inútil”, es uno de los más creativos del conjunto puesto que reúne elementos no asociados entre sí, normalmente, como los problemas odontológicos, las citas y otro tópico develado en el clímax de la historia. A propósito de este último punto, es aquí cuando decae el cuento porque se nos explica toda la situación, en contra de la rara sutileza del resto del texto cuando la duda sobre lo que sucedía mantenía la tensión narrativa en todo momento.
- El rostro oculto: durante una noche de borrachera, Miguel llega a casa y pierde los estribos con su pareja al punto de maltratarla física y psicológicamente, pero… Si bien la historia es un poco predecible conforme nos acercamos al punto álgido del conflicto, resulta innovador observar un tratamiento nuevo a un personaje popular de la cultura limeña. Además, también es resaltable el terror real que transmite Collazos mediante los diálogos entre el salvajismo del tipo y la indefensión de la mujer. Si acaso, es el mayor horror en esta historia.
- SU³: un adolescente en plena etapa caliente conoce la pornografía a escondidas de sus padres, lo cual lo conecta con Xtabay y una camgirl. Juntos se dan placer, pero poco a poco la vida del chico empieza a ser alterada. De construcción progresiva, pero sin relleno, es otro de los mejores relatos del conjunto gracias a ese ingenio por reunir elementos no asociados típicamente, como el porno y ese otro tópico revelado al final. En ese sentido, puede decirse que refleja las leyendas urbanas previas al 2010 durante los inicios de la masificación del internet.
- La máscara de Halloween: una mujer cumple su mayor deseo durante el 31 de octubre, consistente en asesinar a su esposo. El cuento es breve y conviene no añadir más información. Así, la sorpresa es mayor. Sin embargo, no solo es una historia efectista, sino que va un poco más allá gracias a lo que no relata de manera directa, pero sí permite entrever gracias a los pensamientos de la protagonista y los diálogos finales. Aquello que se dice sin contarlo es una representación del tema central: la rabia invisibilizada de las mujeres en familias machistas.

Collazos creó ilustraciones para cada cuento, como esta de "El rostro oculto".
Por último, considero que las joyas por encima de los demás son las siguientes:
- Dependencia programada: en un Perú pospandémico, la empresa HopeLab ha reorganizado la división geopolítica del país y creado una nueva sociedad dependiente de sus innovaciones tecnológicas. Uno de sus empleados es el protagonista de esta historia, cuya madre intenta hacer todo lo posible por recuperar el vínculo perdido a pesar de su estilo de vida. Si bien la trama nos puede recordar a tantas distopías conocidas, la narración le otorga el interés necesario a la historia, ya que es la IA del personaje la que describe toda la situación con la más absoluta objetividad (y frialdad). Asimismo, los diálogos reflejan tan bien la idiosincrasia y conflicto entre ambos personajes.
- Inútil: una mujer despierta hospitalizada tras su accidente automovilístico y oye de modo reiterativo la palabra del título, mientras intenta obtener la atención de su compañera de habitación. La revelación del relato no solo es algo alocada, sino que el autor se toma en serio la situación y nos ofrece las posibilidades de lo que podría suceder si de verdad sucediese aquella situación; en otras palabras, resulta verosímil.
- Inexistir: un mendigo que es testigo de un suicidio masivo en la ciudad por medio de caídas recibe la visita sorpresiva de una mujer que parece conocerlo. Este relato es un ejemplo del dominio del autor en el empleo de los tópicos del género, en tanto más de un elemento se reúne para crear un escenario completo sobre el que se construye la historia principal, la del protagonista yacido en una depresión y pobreza martillantes. De hecho, estos recursos tienen un sentido práctico para comprender su accionar conforme suceden los eventos y se nos narra su pasado. Todo obedece a la historia, nada sobra. Asimismo, el lenguaje del personaje central es creíble, ya que se usa el tono cínico y soez sin un coloquialismo exacerbado, coincidente con su origen, a diferencia de otros cuentos de una absoluta marginalidad social, como “Gallinazos sin plumas” (Ribeyro) o Los sacrificios de la carne (Jhemy Tineo).
- Zootropo: “le quedaba mucho trabajo por terminar y poca noche para dormir, pero primero quería librarse de aquello que lo tenía dando vueltas”. Un profesor universitario intenta demostrar el plagio de una de sus estudiantes al punto de obsesionarse, ya que está seguro de haber leído aquel pasaje copiado en otro texto. Es uno de los mejores del conjunto por la cantidad de trabajo detrás. Por un lado, hay dos subtramas paralelas, una la de la alumna, otra la de un disco vinilo, que confluyen entre sí sin ser tan obvio. Por otro lado, la inserción de lo imposible de modo sutil, solo mediante el lenguaje, no algún elemento demasiado notorio. Como experiencia personal, al finalizarlo me sentí perdido, pero también sentí un déjà vu como el protagonista; luego entendí el truco. Este cuento juega hasta con el lector.
El resultado general es muy positivo. Todos los cuentos resultan por lo menos entretenidos, sino hasta catárticos sin pretenciosidad, gracias a la habilidad narrativa de Collazos. El enganche en ese “¿qué pasará después?” se debe a su dominio sobre la estructura narrativa, aquella que cuenta algo en una montaña rusa de emociones con todos los elementos necesarios: introducción, detonante, puntos de quiebre, punto medio, clímax y desenlace. Puede resultar obvio y hasta sencillo, pero conocerlos y aplicarlos en tramas tan disímiles entre sí conlleva una consecuencia: en ningún momento aburre. En la mayoría de las veces, no se sabe qué historia nos deparará a continuación.
La sensación después de haber culminado el cuentario es la de una obra en la entrada de la madurez de su escritor. En ella, se percibe la libertad para desplazarse entre registros y temas sin dificultades. Allí yace su creatividad. Tengo altas expectativas sobre lo que esa libertad puede traer en el futuro, tal vez en historias poco o nada exploradas en el género no realista peruano. Dicho de otro modo, quiero leer hasta donde puede llegar Collazos en su madurez literaria con la invención sin restricción propia de un niño.
Detalles técnicos:
Género: Ciencia ficción, fantástico
Editorial: Pandemonium
Año de publicación: 2025
Nº de páginas: 196