
Copiloto: Las luces vienen del Nacional. Todo lo demás está apagado, menos el estadio. Allí. Podemos intentar aterrizar en la explanada de los Héroes Navales. Piloto: Donde sea, pero no contra un edificio. Flaps arriba. Se apagó el motor 1.
En cabina (voz metálica): 20 [pies].
Piloto: Usemos el estadio como referencia. Pongamos este pedazo de metal lejos de los autos. Prepárate para el impacto. Carajo, perdimos control de los alerones otra vez.
Copiloto: Estoy intentando girar, vamos directo contra los autos.
Piloto: Estamos muy abajo. Lo siento. Lo siento. Dios… (Se escucha un sonido de impacto metálico).
FINAL DE TRANSCRIPCIÓN DE VOICE RECORDER
Un avión invadido por zombis que se estrellará. El anterior fragmento es uno de los pasajes de la novela, publicada en 2024 por la editorial Mesa Redonda para su sello Euforia. La escena no es un spoiler de la trama principal, no se preocupen, pero sí constituye uno de los mejores ejemplos de su contenido: la perspectiva en primera persona del fin del mundo ocasionado por muertos vivientes.
La narrativa peruana Z sigue vigente desde la década pasada con nuevos títulos que recrean un Perú asolado por la invasión de los cadáveres reanimados. En este caso, la novela debut de Jiménez se inserta en una vertiente actual de historias que imaginan una Lima destruida, como Réquiem por Lima (Rothgiesser), Pandemia Z (Mego) y La caída de Lima: apocalipsis Z (Gonzáléz-Otoya).
En ese sentido, se asemeja más a este último libro, ya que muestra los inicios del fin. La historia transcurre durante las primeras semanas del desastre y es narrada desde los registros en la laptop del protagonista, quien captura todo lo que observa mientras sobrevive con otras personas. En medio de su recorrido, habrá muertes, crisis de la moralidad y secretismo gubernamental, ya que algunos militares parecen saber más de lo que aparentan. Con lo contado, surge una pregunta: ¿qué aporta la novela a este boom Z nacional?

Angel Jiménez
Realmente, hay dos historias. La segunda, aquella que no aparece a simple leída empieza a surgir desde el inicio con ese prólogo tan raro si tenemos en cuenta las fechas de las entradas de Felipe, el protagonista. Pasada esa breve parte, la acción inicia el 10 de mayo de 2011 cuando él recaba el testimonio de dos jóvenes que fueron testigos de ataques zombis, lo que no es interpretado como tal en el principio. Y es que desde este momento el libro dialoga con tópicos, inclusive clichés, del subgénero, como esta evasión de los personajes por denominar zombi al zombi, al menos en mundos ficcionales similares al muestro. Es un recurso problemático por cuanto sacrifica un poco de verosimilitud por ese otro afán, tal vez de originalidad, por alejarse del uso fácil del término Z.
Sin embargo, para un fan de estas historias no será molesto leer la novela. Veamos. Los elementos que mueven los capítulos y la acción ya son reconocibles, como las persecuciones, las muertes gore de la antropofagia, la representación antagónica de los militares y la poca durabilidad de los personajes. Todos ellos giran en torno a un elemento clave: la descripción de la ciudad. Los lectores limeños pueden disfrutar las escenas porque reconocerán los lugares descritos y reimaginados desde una óptica apocalíptica, tal y como los neoyorkinos visualizan su Estatua de Libertad destruida más de una vez por la ficción. Así, esas escenas en silencio en las que los personajes deben callar para evitar que los cadáveres los ataquen son algunas de las mejores partes. En cambio, quienes no conozcan bien la capital tendrán problemas para conectar, ya que el conflicto central se relaciona con la geografía citadina: sobrevivir, y para conseguirlo el grupo protagonista debe llegar a una base militar tras recorrer distritos.
Otro elemento problemático es la excesiva mortandad. Durante los primeros capítulos, el grupo crece desde Felipe y algunos supervivientes hasta escolares, militares y conocidos de algún integrante. Debido a la relativa brevedad del libro, es complicado observar subtramas en todos ellos, por lo que resultan en una mayor cantidad de víctimas para los muertos. Pocos son los que importan para el viaje de supervivencia de Felipe y el descubrimiento del secreto gubernamental, por lo que es posible que surja esa desazón o decepción por oportunidades perdidas tras la pérdida de uno tras otro. Inclusive algunos decesos sí impactan, sobre todo en quienes nos acompañaron por varios capítulos, pero la trama avanza en un destino fatalista que prioriza el impacto y la tragedia por sobre la exploración de la psicología humana mediante esas víctimas. En otras palabras, la muerte se encuentra en piloto automático.
Este aspecto flaquea en varios sentidos y no aporta mucho a la vertiente Z peruana. Sin embargo, esa otra historia que indiqué líneas arriba es el principal atractivo, aquello que lo diferencia parcialmente de sus compañeros literarios. De hecho, el autor aplica aquí la metaficción mediante esos registros del protagonista y las entrevistas que realiza, similares a las películas found footage como REC o Cloverfield (su principal semejanza). Estos registros convierten al libro en un manuscrito dentro de la propia historia, manuscrito con gran importancia para articular toda la obra y su desenlace.

Me es problemático el apartado en tanto no quiero sugerir quiénes sobreviven y quiénes no. Ello debido a que suelo resaltar a los más relevantes en las novelas, y se entiende que quienes lo son aquí sobrevivirían por toda la trama, o al menos durante gran parte de la misma. Por eso, prefiero centrarme esta vez en Felipe. De él hay algunos puntos que quiero destacar.
Nuestro protagonista trabaja para la Agencia Secreta de Investigación y Protección de la República del Perú (ASSIP), organización encargada de la defensa contra amenazas internas y externas. Su motivación inicial es cumplir su trabajo mediante la grabación de entrevistas y de su propio testimonio sobre lo observado en aquellos primeros días de la pandemia zombi. Ese impulso práctico se transforma en un deseo genuino por transmitir la verdad, por preservar información confidencial para otras personas aún a costa de su seguridad. En otras palabras, se convierte en un héroe, uno cercano a la figura del periodista de vocación.
Su personalidad se manifiesta también en sus rescates y ayuda. En más de una ocasión procura mantener a salvo a los miembros de su grupo, lo que se intensifica conforme la historia avanza hacia su fin. Frente a la degradación moral de los humanos en otros libros Z, este personaje está construido como un modelo casi abnegado de resistencia mental y moral. Tal diferenciación es interesante porque le aporta un plus al libro, un aspecto diferenciador con respecto a sus hermanos peruanos. No obstante, su personalidad agradable no resulta convincente en todo momento, ya que desentona en algunos pasajes de peligro y bordea la ingenuidad. Así, no se observa en la narración el elemento que realmente podría haber problematizado y enriquecido su psicología: la disputa interna entre la supervivencia y la conservación de la humanidad.

Web de la ASIPP, donde hay mayor información sobre el lore o mundo creado: https://asippnet.wordpress.com/
Los capítulos están planteados como entradas del diario de Felipe, cada uno con su respectiva fecha y hora. Gracias a ellos sabemos que la acción transcurre durante dos meses de 2011, el inicio del apocalipsis y sus efectos inmediatos. El lapso temporal justifica la constante acción de la trama en una narrativa compuesta por mucho movimiento, casi cinematográfico, en escenas de lucha y huida contra los zombis. Las descripciones seguidas, a veces un poco detalladas, otras veces confusas por el caos del momento, contribuyen al dinamismo y la facilidad en la lectura. Su ritmo difícilmente aburrirá.
Los diálogos de las grabaciones de voz están logrados. Existe un esfuerzo por diferenciar los estilos de voces, de modo que el personaje asustadizo hable de manera distinta al militar desconfiado. Estos capítulos se alternan con los de narración clásica, por lo cual ayudan al texto a no mantenerse monótono.
En cambio, los problemas radican en el estilo y el cuidado de las palabras. No son aspectos que saltarían a la vista a simple leída, sobre todo si estás inmerso en el peligro narrado, pero una lectura atenta sí revela sus costuras. Los vicios lingüísticos eventuales son el uso recargado de adjetivos calificativos, gerundios y la sequedad de las oraciones, sobre todo durante los primeros capítulos. Por ejemplo, en el fragmento de la página 39 se indica que un zombi «salta por detrás de Felipe hacia el soldado golpeándolo contra el camión y mordiéndolo en el cuello, provocando un sonido desagradable»; hay algunas opciones para evitar su repetitivo.
Sobre la sequedad, se aprecia en el tono de las oraciones. La priorización de la acción por la acción le impide a la prosa tener cierta musicalidad, cierto ritmo, cierto atractivo que no solo lo convierta en trasmisor de acción, sino de emociones. Con ello no indico que la escritura deba estar recargada de figuras literarias, como se puede asociar a la prosa poética, pero sí que los párrafos no solo se limitasen a contar un paso tras otro de los personajes, como caminar en un pasillo oscuro, prender una fuente de luz, ser sorprendido por un muerto viviente y el surgimiento del grito de dolor. El estilo directo puede ser potente, pero si condensa en sí mismo algún tipo de efecto en la lectura; de ello carece el libro.
Entonces, tras todo lo expuesto, ¿Apocalipsis en Lima resulta innovador para la literatura zombi nacional? No del todo. Incorpora los tópicos del subgénero para traer su propia visión del final Z, que por sí misma no se distancia de otras ficciones peruanas. Lo que sí le ayuda a tener un matiz de frescura es su final, el misterio que rodea a todo el manuscrito y la web que Jiménez creó para el libro (además de su cómic reciente), una forma de crear literatura inherente al mundo virtual. Quizás en ese punto radique un futuro prometedor para la historia, pues, en retrospectiva, la presente novela parece más el prólogo hacia un entramado mayor. Solo queda esperar, si sucede.
Detalles técnicos:

Género: Ciencia ficción
Editorial: Mesa Redonda
Año de publicación: 2024
N° de páginas: 331